Rubén Gimeno, temple de maestro
Rubén Gimeno, temple de maestro
Orquesta de Valencia. Programa: Obras de Ferrer Ferran (El gegant de fusta, para contrabajo y orquesta), Bottesini (Pasión amorosa, para dos contrabajos y orquesta) y Shostakovich (Sinfonía número 11, “El año 1905”). Solista: Javier y Héctor Sapiña (contrabajos). Director: Rubén Gimeno. Lugar: Palau de la Música. Entrada: Alrededor de 1500 personas. Fecha: 7 abril 2017.
En este curioso tiempo de quinielas y dimes y diretes acerca del incierto futuro del podio de la Orquesta de Valencia, se esperaba con expectación la vuelta al mismo de Rubén Gimeno (Valencia, 1972), uno de los directores de orquesta valencianos de más consolidada trayectoria y proyección, que ha mostrado méritos sobrados para figurar entre las más razonables opciones. Y lo ha hecho con un programa desigual y creciente, que transitaba desde un estreno absoluto de Ferrer Ferran a la impactante Undécima sinfonía de Shostakóvich. En medio, Bottesini y su Pasión amorosa, para dos contrabajos, con el protagonismo solista de Javier y Héctor Sapiña.
Es Rubén Gimeno director de gesto contenido, poco amigo del efecto innecesario y de la verborrea que acostumbran tantos maestros empeñados más en parecer que en ser. Es, además, maestro preciso y riguroso. De ideas y conceptos templados en la experiencia, y basados en un talento natural que es consustancial al apellido (su hermano es el también director Gustavo Gimeno, y su padre, Idilio Gimeno, nombre propio de la música valenciana).
Esas y otras cualidades las volcó y puso bien patentes en una obra tan extrema, arriesgada y dada al desmelenamiento como la Sinfonía “El año 1905”, de Shostakóvich. Dosificó y administró con maestría las contrastadas tensiones que confluyen en el inquietante y detallado relato musical de los trágicos acontecimientos ocurridos durante la abortada y sangrienta Revolución de 1905, que fue precedente y caldo de cultivo de la gran Revolución de 1917. Desde el pianísimo inicial se constató la intensa entidad dramática -trágica, lúgubre, opresiva, desafiante- que vuelca Shostakóvich, y a los que Gimeno dio vida con un discurso exacto e interiorizado. Impactante pero nunca efectista.
Dejó respirar el tempo y su hilvanado decurso musical para firmar una versión en la que la Orquesta de Valencia lució sus mejores calidades. Particular aplauso merece la sección de violas, en una de sus más inspiradas y mejores tardes, que lució particular empaste, afinación y sentido expresivo en su sustancial cometido. También para la sección de percusión, para el corno inglés, el fagot, trompeta solista… Espléndida versión y consecuente respuesta del público, que brindó a orquesta y maestro una de las más largas y encendidas ovaciones de la temporada.
Bastante menor entidad musical deparó la primera parte del programa. El concierto para contrabajo y orquesta El gegant de fusta es característico del lenguaje sencillo, melódico y conservador de Ferrer Ferran, sin más ambición que agradar al oído, especialmente en el segundo movimiento, un edulcorado “Lento, molto espressivo con amore” cantado desde el contrabajo por Javier Sapiña y cuya endulzada línea cantable bien podría haber nacido hace 50 o 150 años. Tampoco anda sobrada de meollo musical Pasión amorosa, obra compuesta por Bottesini a mayor gloria de los dos contrabajos solistas, donde al contrabajo de Javier Sapiña se sumó el virtuosismo impecable y deslumbrante de su sobrino Héctor Sapiña, actual solista de la Suisse Romande y que forma parte del selecto grupo de instrumentistas valencianos que desarrollan su actividad profesional en orquestas foráneas. Justo Romero
Publicada en el diario Levante el 9/04/2017
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