Salzburgo: Un Requiem con carencias
Festival de Salzburgo
Un Requiem imperfecto
“Misa de Requiem” de Verdi. K.Stoyanova, M.Prudenskaja, J.Kaufmann, S.Milling. Coro de la Bayerische Rudfunk y Orquesta Filarmónica de Berlín. M.Jansons, director. Grosses Festspielhaus. Salzburgo, 30 de marzo.
Cuando unas entradas cuestan tres veces lo que en cualquier sitio, es obligado dar un plus a cambio. Es lo que se intentó en el “Requiem” de Verdi programado en Salzburgo, que acababa de ofrecer la misma Filarmónica de Berlín en su sede alemana, al contratar a Jonas Kaufman, sin duda el tenor de moda y prácticamente inédito en España salvo por un ya lejano recital. La idea no fue suficiente, pues en el cuarteto solista no todo acabó de funcionar. De las cuatro voces sólo la de la soprano estaba en su sitio. Krassimira Stoyanova es una lírica ancha que canta sin problemas a lo largo de todos los registros haciendo parecer fácil lo que no lo es. Con caudal amplio y matizando atacó limpiamente su par de notas altas de fiato sostenido y concluyó con un dramático “Libera me”. Intervención admirable de principio a fin. La mezzo Marina Prudenskaja posee una cinturita que emula la de Audrey Hepburn y una estatura más que considerable. Una presencia escénica formidable a la que acompaña una voz artificial que responde sólo de zona media a alta, con graves forzados y mates. El bajo Stephen Milling, auténtico gigante en lo físico, quedó corto en una parte muy agradecida. Kaufman es ahora moda aunque, a pesar de su juventud, lleve muchos años de carrera. Inauguró esta temporada la Scala con “Carmen” y acaba de protagonizar en París un aclamado “Werther”. Es obvio que le ayuda una presencia física muy “corelliana”. En este Verdi no acabó de responder a todas las muy altas expectativas. Canta con mucho gusto, musicalmente, proyecta my bien los agudos, pero una zona de su registro cae en la guturalidad. Logra un color oscuro muy atractivo, pero falta ductilidad para el “Hostias” e incluso el “Imgemisco”. Es el problema de un repertorio extensísimo, que va de “Werther” a “Lohengrin”. Cuando se programa un “Requiem” con pretensiones de referencia, hay que cuidar el cuarteto solista y ni mezzo ni bajo estuvieron a la altura. El coro de la Bayerische Rundfunk cumplió sin más en sus prestaciones.
Este réquiem ha sido piedra de toque para todos los grandes. Aún cabe recordar la maravillosa versión de Karajan, aquí mismo en 1976, con Caballé, Carreras, Cossotto y Van Dam, si bien fue Giulini quien consiguió la aproximación de mayor equilibrio entre espiritualidad y teatralidad. Hoy día Abbado y Muti son la referencia. Mariss Jansons logró una muy buena intervención de la Filarmónica de Berlín, pero se echó de menos por momentos tanto una mayor incisividad -“Quantus tremor est futurus”- o un mayor lirismo –“Lacrimosa”- aunque con todo realizó una versión de notable que cosechó un éxito de sobresaliente. También nuestra Reina se encontró entre los espectadores. Gonzalo Alonso
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