Santa Cecilia, patrona de la música, y su enigma
Hoy, día 22, celebramos el día de Santa Cecilia, la patrona de la música. Aquellos curiosos que hayan querido enterarse de quién fue tal santa y por qué se la nombró protectora de la música se habrán encontrado con un auténtico galimatías.
Y es que posiblemente no sea Santa Cecilia quien más merezca ser nuestra patrona, por más que su vida y sobre todo su muerte sea digna de admiración si es que las crónicas cuentan hechos auténticos. La confusión es amplia ya que no sólo la fecha del 22 de noviembre, cuando ahora celebramos la fiesta, puede no ser exacta sino que incluso se desconoce exactamente el año de su martirio, situándose entre el siglo II y el IV. Además no sólo hay una Cecilia, porque existe una mártir africana a la que se asigna el 11 de febrero.
Casi todo lo que sabemos proviene de las denominadas “Actas de Santa Cecilia”, que no contienen referencias cronológicas precisas. La Cecilia a la que se refieren provendría de una familia romana noble y, de hecho, ello encaja con los ropajes con los que aparece en muchas pinturas. De joven se habría convertido al cristianismo con el firme deseo de conservarse virgen, pero sus padres la entregaron en matrimonio al noble pagano Valerius. Ella no quiso consumar el matrimonio y adujo ante su marido que un ángel protegía su virginidad, a lo que éste respondió que deseaba verlo. Cecilia le puso como condición su conversión y un encuentro con el papa Urbano I, tras lo cual Valerius pudo ver el ángel. Luego se convirtió el hermano del romano y ambos sufrieron martirio. Ella fue condenada a morir ahogada, pero se salvó, por lo que a continuación la sumergieron en agua hirviendo. Al salir de ella también indemne, intentaron decapitarla sin poder separar la cabeza del cuerpo, agonizando tres días más tarde. El papa Urbano la sepultó en la catacumba del papa Calixto I.
¿Y de la música, qué? Pues parece que pintarla con un pequeño órgano obedece a una confusión de traducción de las actas citadas y que el órgano que se cita acompañando sus oraciones cantadas no era tal sino un instrumento de tortura, un fuelle. Más tarde aparecería el laud en los dibujos. El caso es que en el siglo XVI fue canonizada y nombrada patrona de la música por haber “mostrado una empatía irrefrenable a los acordes melódicos de los instrumentos”. Desde entonces se celebra el 22 de noviembre como día de la música en toda Europa cristiana. No sólo eso, sino que Scarlatti, Haendel, Purcell, Gounod, Pärt y otros compositores le dedicaron obras, que la retrataron pintores como Gentileschi, Benson, Tiepolo, Rafael o Rubens y que en Roma se fundó la Academia de Música Santa Cecilia e incluso en España lleva su nombre una orquesta.
Ya ven lo que puede dar de sí un malentendido… Gonzalo Alonso
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