Se busca culpable en el Palau de les Arts

Helga Schmidt celebraba hace apenas diez días los quince años desde que fue fichada para poner en marcha la institución cultural más internacional de la Generalitat. Celebraba también un acuerdo que garantizaba un año más de supervivencia económica del Palau de les Arts manteniendo esa “gran calidad” por la que siempre abogó y logró instaurar. De pronto, a primeras horas de la mañana, la policía judicial la sacó de la cama donde reposaba de las complicaciones de un cáncer. Había de estar presente, no detenida sino retenida, mientras se registraban habitación del hotel y despacho del teatro. Se le informó más tarde de la imputación por delitos de malversación, prevaricación y falsedad. Hasta las dos de la madrugada no pudo volver al lecho. ¡Pobre Helga Schmidt, secuestrada en medio de una campaña electoral en la que todos luchan contra todos! El actual gobierno no sólo contra la oposición, sino unos contra otros en su interior: Fabra contra Camps, Catalá buscando hueco, Barberá en sus trece y Zaplana aún vengándose.

Se habla de Patrocini de les Arts S.A., una sociedad que gestionaba la captación de patrocinios para el teatro a cambio de un porcentaje y se acusa a Schmidt de haberse llevado dinero en comisiones a través de ella. La Generalitat no podía seguir manteniendo el presupuesto del Palau y quienes había colocado en la administración del teatro no eran capaces de captar patrocinadores. ¿Quién apoyó la constitución de “Patrocini” a fin de intentar ampliar la captación financiera proveniente de la sociedad civil? ¿Quién pidió a Schmidt su incorporación no como accionista, que nunca lo fue, sino como miembro del consejo a fin de mostrar una presencia institucional? Allí estuvo durante 2008 y 2009 hasta que la propia asesoría legal del teatro la recomendó salirse. Sin participar en la propiedad de la sociedad no pudo llevarse sus beneficios. Se habla de incumplimiento de la ley de contratación de las administraciones, pero el Palau es una fundación. Un teatro no puede sacar a concurso cada contrato artístico. A Domingo, Maazael o Mehta se les contrata por quienes son. Que cuesten mucho o poco será cuestionable pero no es delito. ¿Acaso la comisión ejecutiva o la intervención de la Generalitat encontraron en su día irregularidades serias cuando analizó este asunto? ¿Quién montó una mesa de contratación para actividades editoriales dejando al margen al propio departamento de dramaturgia? Ahí están los informes de éste denunciando precios excesivos de contratación. Desde luego no fue la ex intendente. ¿Cómo puede ser acusado de prevaricación alguien que no es funcionario? ¿Cómo sin firma solidaria?

Al suceder los hechos le fue prohibida la conferencia de prensa que quiso convocar en el teatro, ha sido cesada sin haber podido presentar la menor defensa, se le pretende indemnizar en base al salario que cobraba en los últimos meses tras la reducción a un tercio que ella aceptó con carácter “provisional”… Las alturas no quieren que hable, pero acabará haciéndolo. Y con toda la razón. La consejera de cultura declara que Mehta volverá pero Mehta deja claro que no hasta que se reponga el honor de Helga Schmidt. Los políticos han jugado con el honor de una persona que muchos creemos honesta. Han mancillado una reputación internacional de décadas que, mucho me temo, no habrá forma de reponer. Cuando todo se aclare ¿alguien pagará los platos rotos? Gonzalo Alonso