Señor Presidente:
Señor Presidente:
Permítame que me dirija a usted para ofrecerle gratis -¡qué baratos salimos a los políticos los asesores periodistas y qué poco caso nos hacen!- algunos consejos.
Tiempo atrás, antes de sus actuales e inesperadas responsabilidades, me habría gustado habérselos dado personalmente, pero me abruman las alturas. También me echó atrás su trato, excesivamente afable, el día que nos presentaron. Sinceramente, no estaba ni entonces ni hoy acostumbrado a un “talante” semejante. Fue en el descanso de uno de los pocos conciertos en el Auditorio Nacional al que usted asistió estando en la oposición. Alguien me presentó a usted y su señora. Le contaron de mí esas cosas que a uno siempre le ruborizan y usted, ni corto ni perezoso, me echó un brazo al hombro y me dijo: “tenemos que hablar”. Yo no estoy acostumbrado a tales confianzas y, además, me inspiran muchísima desconfianza.
De momento no quiero hacerle más que una advertencia: no se fíe de los amigos o mejor de los supuestos amigos. Recuerde siempre aquello de “Dios, líbrame de mis amigos que de mis enemigos ya me encargo yo”. Le adularán, le llamarán con cariñosas peticiones que, poco a poco, se transformarán en sutiles presiones. Utilizarán su nombre cara a terceros, incluidos sus propios colaboradores, a los que dirán “el Presidente lo sabe y lo quiere” y usted no sabrá de la misa la mitad. Así será siempre.
Cuando el actual Alcalde de Madrid tomó por primera vez posesión como Presidente de la CAM tuvo inmediatamente llamadas de supuestos “amigos” de sus amigos para “pedir”, arropados bajo el manto de éstos. Por ejemplo, un millón de dólares para una zarzuela en EEUU. Haría bien en escuchar al Alcalde, que le puede contar muchas cosas de los “amigos” de la música que, créame, son mucho más especiales de lo que se pueda usted suponer. Más que nada para que no se repita una y otra vez la misma historia, con los mismos nombres. Y es que la mayoría estamos cansados de tanta manipulación. Para hablar de esto se juntó a cenar el día 13 la crítica musical sevillana en pleno. Y le cuento todo esto porque, en su debut el Día de la Música en Moncloa, no sabe lo asombrado que dejó al personal con su afirmación -“Descuiden, que estoy al tanto de todo lo que pasa en la música, porque los -¿?- no paran de llamarme”. Mire, Wagner fue un gran compositor, pero también un gran mezquino y hoy no tenemos ningún Wagner… Sí unos cuantos espabilados y pasados de listos, conocidos de todos.
Y me despido con un deseo: que en las demás cosas tenga usted mejores fuentes de información y más neutras que en música. ¡Apañados estamos los españoles en caso contrario!.
Gonzalo Alonso
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