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Cagadas
Aquel verano de 2004
Por Publicado el: 13/09/2004Categorías: Artículos de Beckmesser

Sentido Real

Sentido Real
Sería imposible no dar una opinión sobre los nuevos sucesos del Real, máxime cuando la sinrazón cunde.
Advertí en su día que, si se nombraba a Stepháne Lissner como director artístico del Teatro Real, llegaría un día en el que se iría dando un portazo y poniendo a parir al Real. Así sucedió. No era el momento para un extranjero que no podía entender los tejemanejes políticos que iban a estar en juego en el Real. Dije, cuando se nombró a Juan Cambreleng, que era incompatible la dirección de un teatro con la propiedad de una agencia artística musical. Y dije que sus apetencias artísticas le harían fracasar como gerente. Así sucedió. Dije, cuando nombraron a Inés Argüelles, que el cargo le correspondía a otra persona mucho más enterada del tema: José Antonio Campos. Miren por donde ahora es Campos quien indirectamente manda en el Real. Claro que no sólo él. Pues de nuevo he de advertir.
Inés Argüelles aprovechó el verano para meditar y volvió con la decisión tomada. La ministra la había puesto a los pies de los caballos en la prensa tras un patronato rutinario en el que todos sus proyectos quedaron sin aprobar y pendientes para que en otoño los pulverizase o se adueñase de ellos la nueva comisión ejecutiva. Ella no estaba dispuesta a aguantar ruedas y carretas y, después de hablar con Sagi, López Cobos y despedirse del personal del teatro, pagó a Calvo con su propia moneda: “te enterarás por la prensa, aunque tengas una carta pasada por registro”. Esa misma tarde limpió su despacho. Se fue sin cobrar la indemnización a la que hubiera tenido derecho de haber aguantado el chaparrón. ¡Chapeau!
Calvo –“No entiendo que no me dimitan todos los directores anteriores”- tenía ya elegido sustituto. Se decidió por un hombre de partido. Al margen de su indudable y constatada valía, ya sabemos algo: entra con fecha de caducidad. Se irá cuando se vaya el partido que gobierna y ello es un punto débil importante. Más inestabilidad para el Real. ¿Son esas las bondades y profesionalidades prometidas?
Pero hay más. Calvo confirmó al director del Prado y alabó la gestión de su presidente en el último patronato del Prado. A las semanas cesaba a Serra. Del futuro pensado para Sagi no ha dicho ni pío, pero nos hemos enterado que ha ofrecido el cargo a varios, entre otros a Lissner. Hasta ahora parece que ha recibido calabazas. Parece clara la voluntad de prescindir de Sagi, como parecía clara la de continuar con López Cobos. Yo no lo tengo tan claro. Dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo y nosotros somos varios luciferes y acumulamos bastantes años. Vemos que la historia se repite y que los planes frustrados de la etapa Alborch vuelven ahora. Detrás hay un proyecto concreto con producciones, grabaciones y comisiones y hasta López Cobos sobra. Viene mejor un segundo de Barenboim del tipo del viejo Gerd Albrecht, como en septiembre de 1966…
Vela escribía en El País poco antes de la inauguración “la situación del Real a ocho meses de la inauguración no puede ser más inquietante. La politización es cada vez mayor y la Fundación Teatro Lírico, creada en un principio para garantizar criterios profesionales e independientes, frente a las exigencias del poder de turno, ha cedido su centro de gravedad a los órganos dependientes de una Administración obsesionada por borrar cualquier resto de las etapas anteriores”. ¿No les suena a la misma música? Todo cambia para que todo siga igual.
¿Por qué el Real no puede funcionar como el Metropolitan, el Covent Garden, la Ópera de Viena, la de Munich, etc? ¿Nos merecemos una situación y unos políticos tercermundistas? He abogado una y otra vez por la profesionalizad en el Real, por la independencia respecto a la política. En los teatros serios también se cambian directivos: cuando los que hay lo hacen mal y no cuando llega el político de turno, pero se hace de otra forma. Dos o tres años antes de que venzan sus contratos, se nombran los nuevos responsables para cuando llegue tal fecha. Mientras tanto gestionan el día a día los aún responsables y los futuros se dedican a programar las temporadas que ya les correspondan. Ese y no otro es el camino, pero hay gente que llega a responsabilidades culturales desde el tercer mundo y en el tercer mundo se queda. Arrastrando a todos los demás. Y parece que lo importante para tales virtuosos de la política y la cultura es nombrar a alguien que les deba el cargo para que les haga las correspondientes reverencias a la entrada, cuando ellos llegan.
Espero, con toda sinceridad, que la clara postura que toda la prensa ha mostrado contra esta manipulación política tan anormal en fondos y formas obligue a la señora Calvo a echar marcha atrás y respetar los contratos de Emilio Sagi y Jesús López Cobos. Y esto debería aclararlo personalmente y de inmediato. BECKMESSER.COM

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