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Por Publicado el: 24/06/2024Categorías: En vivo

Critica: Seong-Jin Cho, desde la entraña del piano en Granada

Seong-Jin Cho granada

Seong-Jin Cho © Festival de Granada | Fermín Rodríguez

Seong-Jin Cho, desde la entraña del piano en Granada

73 FESTIVAL DE GRANADA. Recital Seong-Jin Cho (piano). Obras de Ravel y Liszt. Lugar: Granada, Palacio de Carlos V. Fecha: 22 junio 2024

Marean los nombres asiáticos, que aquí, desde la distancia occidental, suenan y se antojan todos más o menos igual. Pero el surcoreano Seong-Jin Cho (Seúl, 1994) apenas tiene en común con otros grandes del teclado oriental el virtuosismo maravilloso. Es muchísimo, pero él añade una magia expresiva y un talento comunicador que se impone sobre el deslumbramiento que irradia una técnica prodigiosa capaz de interpretar el segundo libro de los Años de Peregrinaje de Liszt con la brillantez de Lazar Berman, la autoridad estilística de Brendel o la magia de Cziffra.

Definitivamente, Cho es figura única e inconfundible del piano contemporáneo, y de siempre. El recital largo y sustancioso -Ravel y Liszt- que ha ofrecido el sábado en el Festival de Granada, en el espacio evocador del Palacio de Carlos V, hay que emplazarlo entre las cumbres pianísticas de un festival por el que ha pasado lo mejor de lo mejor del universo pianístico.   

Más que tocar ante el teclado, Seong-Jin Cho interpreta desde la misma entraña del piano, fusionado con el instrumento, que en sus dedos perfectos encuentra los mejores y más diversos registros. Colores y fraseos quedan así enmarcados en un espectro dinámico que se expande desde pianísimos arraigados en la confidencia a unos fortísimos tan inmensos como redondos y contundentes. El sentido del tempo, con un rubato amplio, libre y expansivo, pero que siempre retorna preciso a su sitio, de la misma manera que las ramas del árbol, tras el viento, recuperan posición amarradas firmes al tronco.

Un modo interpretativo capaz de sumergirse en la reflexión grisácea de Il penseroso, ahondar en la poesía de los Sonetos de Petrarca o volcarse sin red en el fuego narrativo de la Sonata Dante. Un Liszt inolvidable, gloria del romanticismo y de la expresión pianística, preludiado, en la primera parte, por un Ravel en el que lo objetivo y preciso abrazó la imaginación. Imposible suponer mejor interpretación de la tocata final de Le tombeau de Couperin. Los Valses nobles y sentimentales se tiñeron de calculados aires rítmicos, “en los que las armonías acusan los relieves y formas de la música”, como escribió Ravel, y la Sonatina de ligereza  y reminiscencias clásicas. 

Seong-Jin Cho acumula en su pianismo total sutilidad, fuerza, delicadeza, virtuosismo, escuela, tradición, entrega e imaginación expresiva. ¡Lo tiene todo! Una especie de cóctel imaginario a base de Lupu, Berman, Brendel, Horowitz. Cziffa, Guilels y Orozco, con cuyo nervio expresivo mucho tiene que ver. También con la insobornable honestidad artística de una Alicia de Larrocha o el hechizo sonoro de un Perianes… ¡Y, por supuesto y sobre todo, de él mismo! El silencio absoluto en la noche veraniega en el Carlo V fue respuesta garante a esta capacidad de generar emoción y despertar sentimientos de este verdadero coloso del piano, que a sus treinta años y pinta de veinteañero es ya dios laico del piano. Así lo han bendecido los jurados de concursos como el Chopin de Varsovia (que ganó en 2015), y el Chaikovski de Moscú (Medalla de Bronce en 2011).

Pero más allá de triunfos y distinciones, el arte pianístico de Seong-Jin Cho es entronizado, sobre todo, por el refrendo de un público, de unos públicos que siente y sienten más que perciben la grandeza de la música cuando nace, se entiende y proyecta desde su más recóndita entraña. ¿Quizá el alma? El éxito, tras más de dos horas de recital, fue, ¡claro!, inmenso. Pasaban ya las doce de la madrugada y después de haberlo hecho todo, Cho tuvo la peregrina idea de tocar el Ensueño de Schumann, un bombón a destiempo bajo las estrellas de Sierra Nevada, sí, pero supuso el descenso a la tierra. Justo Romero.

Un comentario

  1. kplumusic 26/06/2024 a las 05:54 - Responder

    «The sense of tempo , with a broad, free and expansive rubato , but which always returns precisely to its place, in the same way that the branches of the tree, after the wind, regain their position firmly tied to the trunk.»-Google Translate. How poetic! Beautiful expression!

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