Si yo fuera… (artículo completo del publicado en La Razón)
Si yo fuera…
Me viene a la memoria aquella canción inolvidable de Tim Hardin que también cantó Baez, “If I were a carpenter”, tanto como para situarme hoy en el puesto de terceros. “Al posto mio” se titulaba otra de Modugno de los San Remos de los sesenta.
Si yo fuera Zapatero emplearía a fondo las pocas armas que quedan para dar un vuelco a todas las encuestas. El día 16 decretaría una reforma laboral que no fuera simplemente paños calientes. Dicen los estudiantes de mi asignatura de “Economía” en la universidad que, cuando acaben la carrera, prefieren un contrato con quince días de despido que continuar “despedidos” durante meses sin poder empezar a trabajar. Tienen toda la razón. El 17 presidiría el último Consejo Europeo con la reforma bajo el brazo junto con una actualización de las medidas contra la crisis. Desde entonces hasta el debate sobre el Estado de la Nación cerraría de una vez la amenaza de ese nuevo impuesto para “ricos” -¡qué absurdo planteamiento hoy día!- que tanto contrabando de dinero está provocando y el 14 de julio asombraría con un nuevo gobierno que dejaría sin respiración a todos. Media docena de ministerios menos, unos cuantos/as indocumentados a la calle y dos únicas vicepresidencias: una política y otra económica. En la primera Rubalcaba, el más listo del gobierno hasta para no quemarse con una sola declaración sobre la crisis y lograr aparecer en los medios exclusivamente para anunciar detenciones. En la segunda Almunia, el español con más peso político-económico en Europa y uno de los más críticos con algunas decisiones de Zapatero. El escollo es si él aceptaría, porque no estaría dispuesto a ser un Solbes II. Ambos supondrían un puntazo en imagen dentro y fuera de nuestras fronteras y un repunte de aire fresco para el Presidente. Y, luego y ante todo, me retiraría de la cocina y me comería lo que ellos me sirviesen sin intentar añadir ni dos dedos de sal.
Si yo fuera un director artístico de prestigio internacional en un gran teatro no me dolerían prendas en aparcar mis genialidades para demostrar a todos que por encima de mis intereses personales se encuentran los generales. Anunciaría a bombo y platillo dos temporadas de sólo reposiciones de producciones propias y, en lo posible, recolocaría en ellas a los artistas apalabrados, trasladando el resto a futuro. Grandes títulos para todos sin costes adicionales y con una significativa reducción de precios para las localidades. Sería una demostración de madurez e inteligencia.
El ocho de junio de 2002 –buscar en “Beckmesser.com”- nuestro querido Beckmesser sugirió a Aznar desde El Cultural la candidatura de Ruiz Gallardón al Ayuntamiento en las elecciones locales, trasladándole de la CAM. El siguiente domingo le citaba en la Moncloa por la tarde para comunicarle esta decisión. ¿Reflexionarán y harán otro tanto Zapatero y algunos directores artísticos? Gonzalo Alonso
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