Sidney y su ópera emblemática
Sidney y su ópera emblemática
Todos admiramos la arquitectura exterior de la Ópera de Sidney, pero pocos conocen su interior, su funcionamiento y su gran problema, porque no hay teatro sin un punto débil.
El edificio, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2007, fue diseñado por el entonces joven arquitecto danés Jorn Utzon en 1957 tras ganar un concurso e inaugurado en 1973 por la reina Isabel II. El diseño de Utzon tenía lo protagonizan las conchas del techo de hormigón, pertenecientes a una misma semiesfera y apoyadas sobre 580 pilares hundidos hasta una profundidad de 25 metros. Están recubiertas con 1.056.006 azulejos de colores blanco brillante y crema mate y a ellas no les ha sucedido lo que a Calatrava en el Palau de les Arts. En su extensión es posible alinear hasta ocho aviones Boeing 747. Sin embargo hoy empequeñece cuando pasan por su lado los enormes transatlánticos turísticos que atracan junto al célebre puente de Sidney. Utzon abandonó el proyecto en 1966 cuando no le quisieron abonar sus honorarios a causa del sobrecoste de la construcción, que superó el presupuesto inicial en un 1400 por ciento. En 1999 se le retomó como consultor y en 2007 propuso una importante remodelación, aún en desarrollo.
Más de ocho millones de personas visitan cada año el edificio, que alberga más de 2.000 espectáculos al año con más de 1,5 millones de público y apenas cierra una semana. No todo es ópera ya que en su interior conviven cinco teatros, cinco estudios de ensayos, dos salas principales, cuatro restaurantes, seis bares y numerosas tiendas de recuerdos. El Concert Hall, con 2.679 asientos, contiene el magnífico órgano de la Ópera de Sídney, el órgano mecánico más grande del mundo, con 10.154 tubos. El Teatro de Ópera, con 1.547 asientos, es sede de Ópera de Australia y también es utilizado por la Compañía Australiana de Ballet. Además, en primavera y para sólo un mes, se construye en la bahía un enorme anfiteatro con casi 3.000 asientos en el que este año sólo se ofreció a diario “West Side Story”.
El presupuesto de Ópera Australia es de unos 115 millones de dólares austalianos, de los que la taquilla supone un 54%, un 23% proviene del gobierno y el resto de actividades y patrocinios varios. Sólo de ópera se ofrecieron 637 representaciones en 2018 con una ocupación de 543.498 espectadores. La “Flauta Mágica” fue el título más representado, con 205 funciones. Todo ello se detalla en el Financial Report y el Annual Report, dos documentos de los que podrían tomar nota nuestras instituciones musicales.
Pero la ópera tiene un problema enorme en Australia: a pesar de las cifras hay cada vez menos público interesado ya que la inmigración oriental, con mucha más descendencia que los oriundos, va inundando el país y su cultura es muy distante de la lírica occidental. De ahí el “West Side Story” en la bahía, con una gran ocupación o las “Evita” y “Madama Butterfly”, los títulos más programados tras Mozart. En todas partes cuecen habas… Gonzalo Alonso
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