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Por Publicado el: 17/09/2024Categorías: En vivo

Critica: OSM, alegría y reconocimiento de Gustavo Gimeno

Orquesta Sinfónica de Madrid (OSM), alegría y reconocimiento a Gustavo Gimeno

Critica de clásica / Auditorio Nacional

Obras de Tchaikovsky, Prokofiev, Falla y C. Halffter. Gergana Gergova (violín). Orquesta Sinfónica de Madrid. Dirección musical: Gustavo Gimeno. Concierto Extraordinario Conmemoración 120 años de la OSM. 13 de septiembre  

Critica de clásica / Auditorio NacionalObras de Tchaikovsky, Prokofiev, Falla y C. Halffter. Gergana Gergova (violín). Orquesta Sinfónica de Madrid. Dirección musical: Gustavo Gimeno. Concierto Extraordinario Conmemoración 120 años de la OSM. 13 de septiembre  

El director de orquesta Gustavo Gimeno

En un claro ambiente festivo se celebraba este 120º aniversario de una orquesta a la que le gusta de salir del foso y mostrar su calidad tímbrica en acústicas más propicias. Es uno de los alicientes del ciclo sinfónico de la OSM, encontrar colores, matices y gradaciones que en su labor como orquesta del Teatro Real resultan más atenuadas y que la conectan con su pasado. El concierto tenía el interés añadido de ver a la orquesta desenvolverse con el que será su próximo director titular a partir de otoño de 2025, Gustavo Gimeno, en sustitución del todoterreno Ivor Bolton. Si la batuta del director valenciano ya fascinó en 2022 con El ángel de fuego, el idilio ha parecido continuar en un concierto con un programa que, además de ofrecer un nuevo Prokofiev, estaba pensado para el pleno disfrute. Arrancaba con la obertura Romeo y Julieta de Tchaikovsky, una música que por reiterada durante una época ya apenas se escucha en las temporadas de las orquestas. El asombroso inicio con fagot, chelos y contrabajos ya anunció la idea de Gimeno del programa: empaste cuidado, reivindicación de la orquestación y lirismo contenido. La obra se presta a tantos excesos que a veces queda enterrada la lucidez de Tchaikovsky como orquestador. Gimeno dio protagonismo a la sección de violonchelos y contuvo la emoción para acercar la música a un espacio más sereno donde el paisaje se observaba al completo. 

El complejo Concierto para violín y orquesta n.º 2 en Sol menor de Prokofiev cerraba la primera parte como pieza privilegiada de la historia de la orquesta (fue la encargada de estrenarla mundialmente hace casi noventa años). La solista fue Gergana Gergova, concertino de la OSM y alguien que ya ha demostrado largamente su calidad como violinista. En esta ocasión ofreció un Prokofiev extrovertido, de sonido seductor, con un cuidado especial en las dobles cuerdas, control de los pizzicatos y no pocos juegos de emisión. Los primeros compases del “Andante assai” fueron toda una lección sobre cómo acompañar a un solista. 

Los fuegos artificiales estaba en la segunda parte, comenzando con la versión de concierto para orquesta de 1925 de El amor brujo de Falla. Pocas músicas despiertan tanto el imaginario popular como esta, y en menos obras aún el genio del compositor gaditano se presenta con mayor pureza en la búsqueda de los elementos identitarios que nos conmueven. Gimeno, de nuevo, evitó el camino fácil (acentuar la “Danza ritual del fuego”) para centrarse en el detalle de los números más evocadores, como “El círculo mágico” o “A medianoche”. Hubo, claro, una furia elegante en los momentos esperados, pero el centro estuvo en la brillantez orquestal y en la belleza de las intervenciones solistas (¡ese oboe!). Acabó el concierto con el Tiento del primer tono y batalla imperial de Cristóbal Halffter, una de las piezas “recientes” que mejor han sabido conectar con el público por su mezcla entre lirismo y espectacularidad. El vínculo se repitió en esta ocasión. Como propina, una adecuada Triana de Albéniz arreglada por Arbós, una elección que resume a la perfección la historia de la OSM. Mario Muñoz Carrasco

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