Recomendación: OCNE, singularidad y grandeza
Singularidad y grandeza
Un concierto este que a priori resulta muy atractivo, por varias razones. En el fondo, las que siempre distinguen un concierto de repertorio rutinario, interpretado por músicos con vocación funcionarial, de esos otros en los que se huele el éxito, la expectativa de una buenísima tarde musical.
En primer lugar, por la presencia de un solista de muchos quilates; una intérprete muy interesante que suele huir de lo mediático, porque su única preocupación al tocar es la propia música. Isabelle Faust es eso que los críticos solemos denominar un ´músico serio´. Y una prueba de ello, o quizá la primera prueba de ello en esta ocasión, es la elección de la obra que va a tocar. No un as del repertorio concertante del violín por su difusión, sino una de esas obras maravillosas que el gran público no aprecia, sencillamente porque los que la tienen que mostrar no la muestran lo suficiente. Programador e intérpretes se ponen aquí de acuerdo felizmente para sacar adelante el maravilloso concierto para violín de Antonin Dvorak.
La otra gran razón para recomendar este concierto es que el director titular de la ONE (junto al programador, supongo) ha decidido repetir una obra que no hace muchas temporadas pudimos escuchar a esta orquesta, dirigida por quien hoy es su director asociado, Juanjo Mena. Se trata de una obra orquestal ciertamente especial, de la que muchos huyen, a no ser que la puedan programar contando con un orquestón. La Sinfonía Alpina, de Richard Strauss, es una obra gigante que estuvo mucho tiempo fuera de las programaciones habituales por dos razones. La primera, su extraordinaria complejidad orquestal, tanto para el director de turno como para la correspondiente orquesta (en todos los sentidos; también en un orden más funcional, por el volumen de músicos requeridos). La segunda porque una importante parte de la crítica más lista y avezada consideró que era una obra que exhibía un gigantismo vacío. ¡Qué cosas! La Sinfonía Alpina es, sí, una obra grande; sí, gigante, pero quizá el poema sinfónico mejor escrito y, sobre todo, orquestado de su autor. No tiene el genio pasional de Don Juan, ni la radicalidad expresiva de Zaratustra, Muerte y transfiguración o Vida de héroe, pero su expansivo discurso sobrepasa a todos ellos, en un alarde de expresividad que en algunos momentos alcanza cotas auténticamente gloriosas. Desde el punto de vista de la textura de su escritura, quizá solo Las travesuras de Till le haga sombra. Es un descomunal monumento al sonido; a la capacidad de indagación sonora, que en Strauss no tenía límite, ni siquiera cuando, al contrario, decidía explorar terrenos mucho menos minados: véase su terminal, y en cierta medida delirante, Metamorfosis.
Juanjo Mena hizo en su día una versión plausible. Tuvo un horrible hándicap: hacía poco que habíamos escuchado en España, en el mismo auditorio, la versión de Maazel. ´La´, he dicho, porque para muchos amantes incondicionales de esta obra, se trató de la más grande interpretación que nunca habíamos escuchado, en vivo o en disco. Que tampoco son tantas; a día de hoy, a todo el mundo le ha dado por tocarla. Pero bueno, esa es otra historia. La cuestión ahora es que la gran caja de sorpresas que es Afkham se va a atrever con ella. Tenemos noticias de su Strauss, de su Wagner, y por consiguiente albergamos fundadas esperanzas de que haga una gran versión. Además, ahora la orquesta está mejor; Mena sudó sangre con los metales, y lo que no fueron los metales, que, aunque no lo parezca, también se la juegan a cada minuto en ese fresco sonoro imposible que es la Sinfonía Alpìna.
Como verán, hay unas cuantas razones para recomendar este concierto. Escuchar un concierto para violín de Dvorak y una Sinfonía Alpina de una tacada no es algo que se pueda producir todos los días. Pedro González Mira
Isabelle Faust, violín. Orquesta Nacional de España. Dir.: David Afkham. Obras de Dvorak y R. Strauss. Auditorio Nacional de Música, Sala sinfónica. Viernes 22 y sábado 23, 19.30 h.; domingo 24, 11.30 h. Entre 11 y 37 €. (viernes y sábado); entre 11 y 27 €. (domingo).
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