Sobre el Auditorio Nacional
Estimado señor Beckmesser,
Me dirijo a usted para sugerirle que eche un vistazo a lo que se cuece en el Auditorio Nacional entre canapés y nombramientos. Llevo media hora intentando utilizar la nueva página web del Auditorio y he llegado a la conclusión de que sus responsables sólo se merecen un calificativo: inútiles. Desde las insultantes faltas de ortografía “Benvigut” “Ongui etorri” (para más inri, ninguno de los vínculos que parecen sugerir traducciones da paso a nada, lo cual es inútilmente frustrante: si no tienen preparadas versiones en otros idiomas, que no saluden en esos idiomas y punto) hasta la dificultad de uso: pruebe por ejemplo a seleccionar un ciclo cualquiera en el motor de búsqueda arriba a mano derecha y entenderá lo que le estoy diciendo.
La página está pensada por idiotas, eso sí con un estilo muy informal, de compadreo con el espectador, buen rollito: véase cómo describen los conciertos al pasar el ratón sobre la barra de fechas: “Los Capuçon”, “diversas obras” etc.
Véase la enorme ventana de ciclos y organizadores que se abre en el centro de la página: ¿hay dios que entienda cómo funciona y por qué aparece repetido ad náuseam un mismo ciclo? ¿Soy rarito porque me duela ver “Brams” repetido media docena de veces, como para reafirmar esta novedosa ortografía?
¿Qué ha pasado con el Ciclo de la Complutense que en años pasados nos diera tantas alegrías a los melómanos madrileños? ¿A quién se debe que hayan bajado a sólo cuatro conciertos de dudoso interés?
¿Por qué cuando se buscan conciertos que se sabe van a celebrarse en determinadas fechas, dentro de ciclos tradicionales del Auditorio, como los de Invernizzi en el Liceo de Cámara, no aparecen en el calendario?
Cuando en su página de usted se empezaban a revelar los trapos sucios de la pandilla que se ha instalado en el Auditorio me temía lo peor, pero francamente no doy crédito a los acontecimientos y la deriva de la institución. Dios quiera que Promoconcert les meta un buen puro por la impresentable y cortijera manera de llevar la programación del ilustre y bienamado compositor tan querido del público que paga su butaca actualmente al mando del Auditorio. Si fuera otro, ya le habrían soltado el consabido “facha” pero se conoce que es de los suyos, de los que mandan y reparten los favores. Una gran familia feliz. Me pregunto si queda algún nuevo cargo inútil que inventar antes de que se sequen los dineros públicos al alcance de la mano de protegidos y favoritos. La crisis es obvio que va por barrios. O clanes.
¿Podrá revelarnos qué más está ocurriendo en el Auditorio? ¿Por qué estamos llegando a este punto? ¿Quién es responsable de la infame página web inutilizable y si hay enchufe que explique el vergonzoso engendro?
Reciba un cordial saludo de un melómano asqueado. P.V.
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