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CON ARGENTA EN LA MEMORIA
HALFFTER Y LOS SONIDOS DEL SILENCIO
Por Publicado el: 01/09/2008Categorías: Crítica

Solidez bohemia

69 Quincena Donostiarra
Solidez bohemia
Obras de Dvorak, Mahler y Strauss. C.Bohórquez, chelo. M.Brueggergosman, soprano. Orquesta Filarmónica Checa. M.Honneck, director. Auditorio Kursaal. San Sebastian, 30 y 31 de agosto.
Los dos conciertos de las huestes nacionales dieron paso a otros dos de la Filarmónica Checa, un conjunto del que en su día fueron titulares, tras el ya legendario Vaclav Neumann, Gerd Albrecht, Vladimir Ashkenazy y, desde 2003, Zdenek Macal. Bajo este último parece haber mejorado bastante su calidad media, siempre muy apreciable. La cuerda es magnífica, con un sonido redondo, consistente y poderoso y los diferentes primeros atriles que tuvieron posibilidades de destacar en las obras programadas demostraron calidades envidiables. Basten como ejemplos el concertino o el primer trompa, el primer contrabajo. El austríaco Manfred Honeck, antiguo miembro de la Filarmónica de Viena y ayudante de Abbado en la Gustav Mahler Jugendorchester, está haciendo carrera, siendo en la actualidad principal director invitado con los checos y titular de la Ópera de Stuttgart para próximamente relevará a Maris Jansons en Pittsburg. Con gestos claros, precisos y enérgicos logró un sonido pletórico de la orquesta en los momentos de mayores dinámicas de la “Titán” o la “Vida de héroe”, así como hacer cantar con suavidad las melodías de los valses de “El caballero de la rosa” o las de el “Concierto para cello” de Dvorak, partitura en la que lució cualidades prometedoras el joven alemán Claudio Bohórquez. El sonido es bello y elegante, quizá un punto falto de fuerza en el arranque del tercer tiempo del concierto.
A las lecturas de la “Titán” y “Vida de héroe” no les faltó ni un ápice de su tremendo poder orquestal, pero tampoco el desenfadado sabor vienés de los “länder” de la primera o el lirismo de las amplias melodías de “la mujer del héroe” de la segunda. Había además ganas de tocar y se transmitían. En los “Cuatro últimos lieder” de Strauss se presentaba la canadiense Measha Bruegergosman, una soprano de color que empieza a ser promocionada discográficamente y cuya muy atractiva presencia escénica recuerda a Dionne Warwick, la apodada “gacela negra”. Posee una voz de lírica con caudal, perfecta para “Septiembre”, mientras que corta por arriba en “Primavera”. El tiempo le añadirá el poso y la sutileza que, además de voz, requieren estas maravillosas piezas. Ambos conciertos cosecharon, muy merecidamente, un éxito tan rotundo como el sonido de conjunto checo. Gonzalo Alonso

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