Mi amigo Alberto, personaje muy importante en un pequeño país mediterraneo, muy conveniente fiscalmente, me cuenta que hay un españolito compositor que ha consultado si le pueden suspender temporalmente la residencia en ese pequeño país. El caso es, supuestamente, que el citado compositor desea que el Ministerio de Cultura español le conceda una importante subvención económica nominal, lo que hoy por hoy es imposible, a pesar de sus indudables méritos artísticos, por no tener la residencia en España. La jugada, que es como la de Garzón con el sumario de las fosas, consistiría en suspender temporalmente la residencia en ese pequeño país, cobrar la subvención y volver a residir fuera para no pagar aquí los impuestos, tal vez ni los correspondientes a la cacareada subvención. ¿Será posible que el código de buenas prácticas de Cesar Antonio Molina y Juan Carlos Marset pudiese amparar actuaciones del género?España está llena de listos, ¡qué pena que no nos sirva para recuperar nuestro esplendor de la edad de oro!