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Recuperar el rumbo
Por Publicado el: 15/02/2010Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

¿Teatro alemán o italiano?

¿Teatro alemán o italiano?
Hace apenas unos días se ha vivido en la premier de “Manon Lescaut” en la Fenice veneciana uno de esos escándalos que saltan a las portadas de la prensa. La puesta en escena de Graham Vick desagradó profundamente a algunos espectadores, que llegaron a interrumpir la representación con frases como “¡Estamos hartos de teatro alemán! ¡Esto es Italia!”. El concepto de Vick tenía realmente poco que ver con la esencia de la obra pucciniana. ¿Es éste el camino más adecuado para hacer frente a una crisis de espectadores y subvenciones? Las administraciones públicas no pueden soltar fondos para complacer a cuatro sibaritas y ponerse en contra de ese gran público que es el ha de llenar las salas. Y un teatro no puede olvidarse de las peculiaridades del país donde se ubica.
En Madrid presenciaremos hoy sábado un gran contraste de concepto escénico con la “Andrea Chenier” de Giancarlo del Monaco frente al desacertado “Holandés” de Rigola y la admirable “Jenufa” de Braunschweig. La ópera de Giordano presenta una música y un texto tan específico que no se presta a excentricidades. Lo sabe del Monaco con su puesta en escena clásica, que no rutinaria, pero espectacular. El debate está servido y el público dará su veredicto.
Es válido y debe ser aplaudido cualquier enfoque que sea acorde con la obra y, más aún, si respetándola la recrea. Otra cosa son las trasgresiones gratuitas que tanto abundan en mentes de registas que ni siquiera conocen a fondo ni el texto ni el idioma de las óperas que manejan. Los casos son numerosos. Y hasta los más grandes pueden a veces pasarse o errar. Todos admiramos el Carsen de “Dialogo de carmelitas”, pero ya veremos lo que le parece al respetable su próxima “Salomé” madrileña.
La Fenice se ha rebelado. No ha querido ver la “Manon Lescaut” de Puccini convertida en un soft-porno, pero se ha equivocado al insultar al “teatro alemán”. Seguro que hubieran aplaudido a rabiar la “Manon Lescaut” de del Monaco para Bonn en 1995, absolutamente alemana y conceptual pero admirable y totalmente opuesta a la posterior y muy italiana en el Metropolitan. Lo que importa es la genialidad al servicio de la obras, no la originalidad al servicio de un ego. Gonzalo Alonso

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