Teatro Canal
Por fin abrió sus puertas el Teatro Canal. Espectáculo sobrio, bien pensado por Boadella a fin de dar a conocer el contenedor. Llegar hasta aquí no ha estado exento de dificultades y discusiones.
Fue concebido, en tiempos de bonanza económica, por Gallardón para albergar teatro, danza y conciertos en las condiciones que exige una capital cultural europea como es Madrid. El reputado arquitecto Navarro Baldeweg diseñó el proyecto. Tras el cambio de responsables en la CAM se llegó a plantear su paralización y su conversión en “otra cosa” -Boadella aludió en la inauguración a lo indicado de las escaleras mecánicas para un Corte Inglés- pero el Ayuntamiento se negó en rotundo al cambio de uso. Vinieron luego las desavenencias con Navarro por los retrasos y costes -unos cien millones de euros-, pero tras muchos dimes y diretes no hubo ruptura.
El caso es que Madrid cuenta ahora con unas instalaciones dignas de la ciudad que somos y queremos ser. Otra cosa es su uso futuro. De momento las cosas van por buen camino y la programación se rellena con las propias actividades en marcha de la CAM, como el Festival en danza. flamenco, conciertos didácticos y la reposición de la imaginativa “Viva Madrid”. A ellas habría que añadir los restos del Festival de Otoño y los conciertos de la Orquesta y Coros propios para acabar de redondear una propuesta que no debería suponer esfuerzo a las maltrechar arcas madrileñas. Lo importante ahora es llenarlo de público con el mínimo coste, esperar tiempos mejores para una mayor ambición y dejar todo bien organizado para que en un futuro no se convierta en un caro lugar de encuentro y trabajo de amiguetes sectarios. Y soluionar el aparcamiento.
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