Teatro Real año I d. P. (después de la pandemia)
Teatro Real año I d. P. (después de la pandemia)
El coliseo ha sido un ejemplo durante el coronavirus. La presentación de la próxima temporada está cercana y se recuperarán en sucesivos años los títulos que hubo que cancelar. ¿Y volverá Plácido Domingo?
Estado de alarma decretado el 14 de marzo de 2020 y la cultura, como prácticamente todas las actividades, cerró sus puertas. Y abrió el “streaming” de par en par. Pero vayamos por partes. El Teatro Real iba a estrenar el día 17 “Achille in Sciro”, de Francesco Corselli, una recuperación que significaba un estreno en toda regla y una de las máximas atracciones de la temporada. La pandemia hizo, en un principio, repensar el planteamiento y optar por ofrecer la obra en directo, a puerta cerrada, sin público. Finalmente y tras ver cómo se precipitaron los acontecimientos, se optó por la suspensión. De aquello ha pasado un año, durísimo y extremadamente difícil para todos. El telón cayó en marzo y volvió a levantarse, para pasmo de Europa y el resto de teatros internacionales, en julio, con una “Traviata” en la que se guardaba, además de todas las medidas sanitarias, la distancia de seguridad. Fue un pleno. Y Joan Matabosch, director artístico del coliseo, es sabedor de ello. El teatro ha sido ejemplo y espejo en el que mirarse para otros centros líricos: “Muchos teatros nos han pedido, estos últimos meses, consultar nuestro protocolo de seguridad que nos permite abrir con plenas garantías. Pero no en todos ellos se puede aplicar porque presupone una flexibilidad que no poseen todas las instituciones, con frecuencia por la arquitectura del edificio que alberga el teatro, y en algunos casos por el convenio colectivo vigente, o por otras variables. En este sentido, el Teatro Real tiene una enorme ventaja porque la estructura del edificio y las salas de ensayo facilitan esas adaptaciones -espacios grandes, ventilación constante, etc.- que nos permiten continuar abiertos”, comenta.
El foso, un elemento clave
Un elemento clave en esta vuelta han sido las particularidades del foso de la orquesta, que extendido hasta su tamaño máximo es uno de los más grandes de Europa. “Casi nunca utilizamos el tamaño más grande del foso, salvo en los casos del gran repertorio postromántico que obliga a acomodar plantillas de entre 100 y 120 músicos. En los ensayos y las funciones que hemos llevado a cabo durante la pandemia simplemente hemos utilizado el tamaño de foso más grande (de los tres posibles) en las óperas cuyo orgánico orquestal normalmente hubiéramos acomodado al foso más pequeño. Esto permite que los músicos estén ubicados con distancias de seguridad que cumplen sobradamente la normativa sanitaria, con los instrumentistas de cuerda con mascarilla; y los vientos rodeados de plafones separadores de metacrilato”, explica.
La dirección del teatro optó, siempre anteponiendo las máximas garantías, por abrir, por volver al contacto con el público, al contar con la ventaja de una arquitectura que le era favorable, “aunque es evidente que muchos teatros sin estas posibilidades no han podido tomar una decisión así, y no les ha quedado otra que cerrar. No creo que nadie cierre el teatro por gusto. Los teatros cierran porque no pueden abrir en las circunstancias actuales”, añade. Como en un goteo, la cultura comienza a desperezarse; sin embargo, el nuevo, confinamiento de Italia, por ejemplo, ha impedido que el público regrese al patio de butacas. Y añade Matabosch que “cuando puedan abrir, abrirán, como estamos haciendo en el Real. Por lo demás, el éxito de nuestra iniciativa está teniendo, ciertamente, una extraordinaria acogida mediática en todo el mundo”.
La vuelta de Plácido
La temporada pasada se cerró con “La Traviata” verdiana. Pero un buen puñado de títulos quedaron en el camino. ¿Se podrá recuperar, por ejemplo, “La pasajera”, prevista para la temporada 2019-2020? “Desde luego que se va a recuperar la ópera de Weinberg y todo lo que se tuvo que cancelar durante el confinamiento, pero no va a ser la temporada próxima sino más adelante, porque no es fácil encontrar períodos en los que todo el equipo artístico y todos los cantantes que estaban previstos para el proyecto la temporada pasada coincidan en el futuro en un periodo de disponibilidad. Y, como es lógico, tenemos que recuperar el proyecto con ellos. También se van a volver a programar “Achille in Sciro” de Corselli y “Lear” de Reimann, que fueron los otros títulos afectados por el confinamiento. No vamos a cancelar nada. Simplemente, lo vamos a volver a programar en el futuro. “La Traviata” marcó un punto de inflexión. Además de los cambios de su puesta en escena, Plácido Domingo decidió apearse del cartel “motu proprio” tras las declaraciones del ministro de Cultura, Rodríguez Uribes. ¿Volverá al Real? Y responde rápido el responsable artístico: “Eso espero. Estamos en ello. Él mismo decidió cancelar su participación en “La Traviata” de la temporada pasada para no perjudicar al Teatro Real, cosa que le honra”.
Las retransmisiones, como para el resto del mundo cultural, fueron imprescindibles para hacer más llevadera la pandemia. Ahora, de ahí a colegir que el mundo de la lírica se vuelva virtual media un abismo, pues “sin representaciones en directo no habrá productos con lo que hacer “streaming”. Es un debate absurdo. Para lo que sirven los “streaming” y las políticas audiovisuales inteligentes es para incrementar el consumo de ópera y de cultura, y para que el sentido de la existencia de una institución como el Teatro Real no se limite al público que asiste a sus espectáculos, sino que se extienda a toda la población porque es un poderoso agente de difusión de cultura, que es lo que debe ser un teatro. Por esto es una gran satisfacción el exitazo del Teatro Real en este ámbito”, aseguraba Matabosch hace más de 300 días. Un año después de que la pandemia nos dejara encerrados en casa durante tres interminables meses sus palabras cobran, si cabe, mayor sentido. Gema Pajares
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