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Por Publicado el: 02/10/2013Categorías: Crítica

Temporada de la ORCAM: Tristeza por todo lo alto

Temporada de la ORCAM

Tristeza por todo lo alto

Obras de Gaos, Parera, Mussorgsky y Borodin. E. Podles, contralto. Joven Coro de la Comunidad de Madrid, Orquesta y Coro de la Cam. V.P. Pérez, director. Auditorio Nacional. Madrid, 1 de octubre.

Curiosa coincidencia en los inicios de temporada de Ibermúsica, la OCNE y la ORCAM en su clara tendencia a la tristeza y la muerte: la tragedia de “Romeo y Julieta”, el “War Requiem” o el programa que hoy se comenta. Era el primer concierto de temporada con Victor Pablo Pérez como nuevo titular de la agrupación y los sobresalientes resultados reflejaron incluso más preparación de la concienzuda a la que acostumbra el maestro que fue titular de Tenerife y La Coruña por veinte años.

Programa bien construido, en el que se contrastaban dos músicos de una misma generación pero bien diferentes, como son Mussorgsky y Borodin, y en el que la brillantez popular de las danzas del “Príncipe Igor” ponía contrapunto al intimismo de la primera parte. Quizá sea “Impresión Nocturna” la partitura más conocida de Andrés Gaos (La Coruña, 1874-1959), pieza bien escrita que rezuma tristeza por todos sus poros y que realmente llega a conmover. Del mismo carácter son las seis canciones “Towards Emily Dickinson”, un punto más distantes, de Antoni Parera (Manacor, 1943), autor interesante en su faceta clásica que el público conoce por las canciones cantadas por María del Mar Bonet, Carreras o Caballé. Especialmente reseñable es la última, “This quiet Dust”, con su inicio a cargo de fagot y chelo, su elaborada orquestación posterior y un texto final que enlaza con el de la primera pieza “A long, long Sleep”. El carácter paralelo de las obras de Gaos y Parera hubiera podido rozar la monotonía de no contar con una cantante de la talla de Ewa Podles, no sólo auténtica contralto -¿la única quizá en nuestros días?- sino verdadera artista. Lo demostró más incluso en las “Canciones y danzas de la muerte” de Mussorgsky, dichas con gran expresividad y aún más en la insólita propina “El campo de la muerte” de “Alexander Nevsky”, plena de intensidad dramática. Su voz tendrá muchos colores, como los tenía Callas, pero ahí están sus personales e inigualable graves y los firmes agudos.

Las “Danzas Polovsianas del Príncipe Igor” supusieron el espectacular colofón a un concierto en el que coro y orquesta lucieron tanto el buen trabajo realizado por José Ramón Encinar en sus trece años de titularidad como la labor de su sucesor para la ocasión. ¡Que sigan así las cosas! Gonzalo Alonso

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