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Un fiasco
Por Publicado el: 03/05/2007Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

Tengo un Ipod en las manos

El Ipod
Tengo un Ipod en las manos. Permítaseme empezar por una cita a Luis de Sosa, el protagonista de “Tengo un libro en las manos”, uno de los programas de televisión más estupendo que recuerdo y este recuerdo tiene más valor porque es el de un niño frente a un programa culto, dedicado a libros y a momentos de la historia de nuestra España.
Pues bien no tengo uno sino tres. Dos de sesenta gigas y otro de ocho. En el primero voy transfiriendo poco a poco, en ratos libres, los viejos discos de vinilo y cds de música pop de mis años mozos de los que guardo más grata memoria. Los compré con los ahorros de la paga familiar mensual. Entonces no había ni Internet ni mantas. En algunas horas de nostalgia lo conecto a mi cadena hifi en opción “aleatoria” y lo tengo como música de fondo mientras leo “El mundo de ayer” de Zweig o “En busca del tiempo perdido” de Proust. En una parte de él conservo también las fotografías digitales familiares que he ido realizando desde que existen las cámaras sin rollo.
En el segundo intento hacer lo mismo con las versiones de referencia de mis discos Lps y cds de clásica, que ya no me caben en casa y los tengo que embalar y guardar en trasteros. En el tercero, el de menor memoria, paso a diario los cds nuevos que me compro y aquellos que me envían de “El Cultural” para hacer sus críticas en estas páginas. Es muy cómodo conectarlo en el coche e irlos escuchando en medio de los atascos y también más relajante que unir a la tensión del tráfico la de nuestros comentaristas políticos radiofónicos.
Por eso para mí un Ipod vale lo que vale, incluso pagaría más por los servicios que les he contado. Pues no, resulta que la SGAE me los quiere subir de precio para hacerme pagar dos veces por lo que escucho: la compra original de los vinilos o cds, donde ya aboné los derechos, y su actualización tecnológica. Peor que los revisores de partituras rossinianas. Y lo justifican por escrito diciendo que los Ipod cuestan lo que cuestan sólo porque sirve para reproducir música con derechos desprotegidos. Señores del gobierno: ¡ábranse de orejas y legislen con justicia!

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