Teresa Berganza: “Sigo pensando que la ópera y la música clásica deben basarse en el respeto a lo que se ha escrito”
Teresa Berganza:: “Sigo pensando que la ópera y la música clásica deben basarse en el respeto a lo que se ha escrito”
Formada en piano, composición, música de cámara, órgano y violonchelo, Teresa Berganza ha dedicado su vida al canto, un arte que define como un “árbol frondoso plantado en las orillas del río de la vida”. Representante de la Generación del 51, consiguió marcar la interpretación operística del siglo XX, “recuperando músicas e inventando nuevas maneras de verlas”.
Incluyó el repertorio de lied alemán y canción francesa, con el que se presentó en febrero de 1957 en el Ateneo de Madrid. Realizó su debut escénico en el Auditorio de la RAI y en el Festival de Aix en Provence en 1957, iniciando en los años siguientes una sucesión de éxitos y debuts en los centros operísticos más importantes del mundo – Viena en 1959 con Karajan, el Metropolitan con Abbado en 1962 y el Festival de Salzburgo de nuevo con Karajan en 1972-.
Con especial cariño recuerda su primera invitación a Italia, que declinó por compromisos en Alemania, Canadá, Francia y Nueva York, como recoge en una entrevista para Le Salon Musical el periodista Ricardo Ladròn de Guevara: “Seguía estudiando en el Conservatorio cuando me invitaron a Italia, y no lo dudé porque para mí Italia es el país del bel canto. Era muy joven y nunca pensé que después de ese recital me contratarían en La Scala de Milán, que es el deseo de cualquier cantante”.
Defiende el estudio y el trabajo como único motor en el ascenso de la carrera profesional como cantante, “acompañado siempre por el amor incondicional a la música”, que retroalimenta el deseo de aprender.
Rossini y Mozart se encuentran entre sus compositores más apreciados, donde también destacan Händel, Bizet, Toldrá, Granados, Falla y García Abril. Sin embargo, subraya que la fama alcanzada en la interpretación de su obra no ha cambiado su entendimiento de la música, que se mantiene intacta desde que comenzó su formación: “Sigo pensando que el espectáculo de la ópera o de la música clásica debe basarse, ante todo, en el respeto a la música que se escribió, al compositor y su obra. Todo eso me ha enseñado a ser humilde”.
Estos son los fundamentos de su exquisita musicalidad y su concepción de la interpretación, que entiende desde la exigencia radical: “Mentir, no anular, significa tanto una falta de respeto a sí mismo, al público, como a la inefable realidad del arte. No anular implica también una supervaloración de sí mismo, carencia de humildad, menosprecio temerario del don divino en la entrega a los ídolos de una sutil técnica vocal, o a una siempre insuficiente ciencia médica”. Apoyada en unas dotes naturales para la música excepcionales, Berganza planteó su oficio como otra manera de conocer el mundo, como una batalla desde el corazón y la inteligencia.
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