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Por Publicado el: 18/12/2010Categorías: Artículos de Gonzalo Alonso

The Beatles y el Concurso de Composición Reina Sofía

The Beatles
Cuatro vagabundos colocaron media docena de flore sobre el círculo “Imagine” del “Strawery fields” en Central Park. Allí había ayer más periodistas y cámaras que seguidores. Apenas unos pocos curiosos que ya ni pudieron ver la placa que recordaba el asesinato de Lennon en la fachada del edificio Dakota donde vivía, porque los vecinos hace años que decidieron quitarla. Pero, en todo caso, alguna razón hay para que, tras treinta años, se siga hablando de Lennon y para que los Beatles acaparen las ventas en iTunes desde la incorporación de su catálogo a la tienda online. Esa razón es la calidad de su música. Cuarenta y seis años después del inicio de su revolución siguen interesando y no ya a quienes vivimos la explosión, sino a las generaciones posteriores. Esto es lo importante y, por eso, habría que mirar menos al pasado y más al futuro. Los autores que se denominan “clásicos” deberían reconocer la validez de la propuesta Beatles y a alguno se le podría haber ocurrido lo que a Brahms o Lutoslawski con las “Variaciones sobre un tema de Paganini”. ¿Por qué un concurso internacional de composición como el Reina Sofía no dedica una de sus ediciones de forma especial a las variaciones sobre temas de los Beatles? Sin duda supondría un importante reclamo para el premio en si, cuya convocatoria llegaría a la prensa de todo el mundo. E incluso se podría dar un paso más de contundencia total: invitar al estreno de la obra ganadora a Paúl McCartney, conocida su “conversión” a las formas más tradicionales, con el encargo de una variación o rapsodia sobre alguno de sus propios temas.
Sin duda hay crisis y no es necesario que Barenboim lo recuerde desde el foso de la Scala, pero también salidas si se pone imaginación. Estos días me decía con toda la razón Peter Gelb, general manager del Metropolitan, que no había más remedio que asumir riesgos y que arriesgarse conlleva siempre alguna que otra equivocación. La rutina es lo indeseable en estos tiempos revueltos. Imaginación, imaginación y más imaginación. La idea apuntada sobre los Beatles puede ser un ejemplo. Gonzalo Alonso

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