El Teatro de la Zarzuela estrena a lo grande la opereta del compositor, una divertida y disparatada comedia sobre un anillo con poderes dirigida por Guillermo García Calvo y en la escena por Paco Azorín

The magic opal. Teatro de la Zarzuela

El estreno de “The Magic Opal” tuvo lugar en el Lyric Theatre de Londres el 19 de enero de 1893, con dirección musical de Herbert Bunning. Un mes antes, el 19 de diciembre de 1892, Isaac Albéniz escribió a su hermana Clementina en los siguientes términos: “Supongo que te harás cargo de cómo estoy de trabajo; no es para contado. El pobre Enrique [Fernández Arbós], que debiera haber colaborado por mitad en la obra conmigo, primero por pereza o poco entusiasmo, y ahora por su terrible desgracia, me ha dejado en las astas del toro, no escribiendo más que dos números y medio de los 27 que tiene la obra, y aun esos dos y pico los he tenido que instrumentar yo”. La obra le traía de cabeza, y aunque no parece que fueran exactamente 27 los números, sino 24, que ya son, el tráfago alrededor del estreno (las idas, venidas, cambios sobre la marcha incluso después de haberse estrenado) hizo imposible unos ensayos con tiempo suficiente.

Cuatro días de ensayos

Jacinto Torres Mulas escribe que “los ensayos comenzaron el 15 de enero de 1893, solo cuatro días antes del estreno, y hasta el último momento se introdujeron variaciones; incluso después del estreno, apenas transcurridas dos semanas, encontramos en la prensa noticias de nuevas modificaciones (“Daily Telegraph” del 6 de febrero, “Daily News” del 7 de febrero y “Gentlewomen” del 11 de febrero, entre otros). La obra tuvo gran éxito, pero compromisos empresariales hicieron que saliera del cartel el 24 de febrero para dar paso a otras”. A España llegó un par de años después. Y casi hasta hoy, a excepción de la versión en concierto que se pudo escuchar en 2010 en el Auditorio Nacional.

Sin embargo, a partir del 1 de abril (habrá ocho representaciones) subirá al escenario del Teatro de la Zarzuela más de cien años después de su estreno, con dirección escénica de Paco Azorín, curtido ya en montajes de la casa tan emblemático como “María Moliner” (2016) o “Maruxa” (2018), y con Guillermo García Calvo, titular del coliseo, en el foso. Esta opereta o comedia musical en dos actos la define Luis Cansino como “una deliciosa locura” a la que hay que llegar “sin el menor de los prejuicios y únicamente como se debe ir al teatro, para pasarlo bien y divertirse”.

El mafioso, corrupto y poco de fiar

El barítono será Carambolas, en el libreto original un alcalde y que a partir del 1 de abril se transmutará en “mafioso, el boss, un tipo con una cara oculta y con historias rocambolescas en su pasado político, también de tinte oscuro, inmerso en asuntos de corrupción y que mantiene una relación especial con su segundo de abordo que va más allá de la simple amistad. Es francamente divertido, cómico y al que hemos sacado todo el jugo escénico posible”, explica.

Como le ha pasado a casi todos los miembros del elenco, a excepción de César San Martín, que ya cantó el papel de Trabucos en su versión inglesa, el resto de cantantes no conocía la obra. “Se ha realizado una adaptación libre del texto al castellano, lo que ha implicado tener que retocar algunas cuestiones de la parte cantada”, cuenta Cansino, quien insiste en que la obra “requiere de grandes dosis de imaginación si se quiere poner en escena una propuesta original. Y eso es lo que ha hecho Azorín. Yo creo que en su caso la realidad que se va a ver sobre las tablas ha superado a lo que él mismo había imaginado. Es compleja escénicamente y visualmente preciosa. Ha de funcionar con precisión quirúrgica, pues un fallo puede dar al traste con todo. La exigencia de la propuesta es enorme”, destaca el cantante.

El hilo conductor de la trama

La opereta posee la magia de su título (aunque en el estreno español de La Zarzuela de noviembre de 1894 se aligerara de adjetivos y se quedara casi en los huesos, llamándose únicamente “La sortija”) y pinceladas circenses, un trabajo casi sobre el alambre, digno de equilibristas, para el que se trabaja con una sólida red. Asegura Luis Cansino que el equipo es compacto, “muy bueno. Es una producción que requiere que se generen sinergias entre los personajes. El trabajo de cada artista es brutal, lo mismo que el del cuerpo de figurinistas, que hacen verdaderas maravillas sobre el escenario”. Y junto a ellos, con su presencia robusta, sin cantar, pero como hilo conductor de esta disparatada trama que Albéniz sitúa en las costas griegas alrededor de un anillo con poderes, el actor Fernando Albizu.

Destaca Cansino que este Albéniz suena más ligero, lejos de la densidad de otras de sus piezas: “Realmente por momentos tiene la sensación de estar escuchando una comedia musical americana, con su música ligera, liviana, sin excesivos alardes y que pretende la cercanía y es fácil al oído”, y destaca alguna de las melodías de Trabucos, los duetos de tenor y soprano, así como la decisiva participación del coro, “con pasajes bastante divertidos”, adelanta. El elenco, desdoblado en dos cast, está encabezado por las sopranos Ruth Iniesta y Carmen Romeu, como Lolika, Santiago Ballerini y Leonardo Sánchez, el citado Luis Cansino y Rodrigo Esteves, Damián del Castillo y César San Martín, Carmen Artaza y Mar Campo, Jerobóam Tejera, Helena Resurreiçao, Alba Chantar, Gerardo López y Tomeu Bibiloni. Gema Pajares