TITO MANLIO,DOS…O TRES
Concerto de´Cavalieri
TITO MANLIO, DOS…O TRES
No, que nadie se asuste: el Tito Manlio, de Vivaldi, que ha programado el CNDM para este domingo no es la primera versión que escribiera el veneciano, es decir, los 51 recitativos con sus correspondientes arias, dúos y coros que llenan las cuatro horas de música de la obra que escribió para Mantua durante el período (1718-1720) en que fue maestro de capilla del gobernador provincial. La que se programa ahora es una parte de la segunda versión, de años después, que había estado perdida, según explica en sus notas Frédéric Delaméa, el musicólogo que ha preparado la edición con las arias recientemente recuperadas. Esta versión, ya digo, es parte de la segunda (llamada de Roma) y pudo verse el año pasado en el Festival d´Ambrony. ¿Se podría calificar de “tercera versión”? Sea como fuere, ahora la podremos escuchar aquí casi idéntica, con solo dos cambios en el reparto vocal. La historia es como, sigue.
Tito Manlio RV 738 sería uno de los primeros títulos de la carrera de Vivaldi como operista. Fueron unas cuantas: según se lee en una carta que el cura pelirrojo envió al marqués Guido Bentivoglio d´Aragona, a fecha de 1739 eran 94 en total, lo, que es mucho más que improbable; Michael Talbot cataloga algo menos de la mitad, contando las perdidas, y ha dejado entrever en alguna ocasión que Vivaldi llamaba óperas a composiciones paralelas de diverso carácter. Al personaje de Tito Manlio sí le dedicó una en toda regla, y al menos dos veces. Tito Manlio Torcuato fue un cónsul romano que entró en conflicto con los latinos de Latium (Roma fue anexionándose la región progresivamente), cuando su hija Vitelia se prometió a Germini, líder de los latinos. Sobre esta idea de base a finales del siglo XVII ya se había escrito más de una ópera, con el libreto del gran Matteo Noris. Pollarolo (1696), Giannettini (1701) o Magni (1710) son los precedentes más conocidos de la primera versión de Vivaldi para Mantua (1719). Tras salir de esta ciudad, Vivaldi viajó por diversas ciudades italianas, y en Roma se asoció a otros dos compositores, Gaetano Boni y Giovanni Girogi, con los que, partiendo del mismo libreto de Noris escribieron la segunda versión de Tito Manlio en la que hay música salida de la pluma del veneciano, pero, como acabamos de ver, de también otros dos autores a los que la historia ha condenado a un segundo plano. Al parecer, Vivaldi solo hizo la música para el tercer acto, aunque, como afirma Delaméa, debió supervisar los otros dos. La ópera fue representada en Roma, en 1720, pero la partitura original se perdió. Recientes investigaciones se han saldado con el hallazgo y la recuperación de veinte arias, dos dúos y un coro, materiales con los que se ha preparado esta versión, que no incluye ningún recitativo.
La cuestión es: ¿merece la pena el asunto? Pues sí, desde luego, porque la música contenida en estas arias nada tiene que ver con la que aparece en la versión de Mantua. Ni la música, ni los textos, y ni siquiera los personajes son los mismos que en la primera versión. Para esta, recordemos, los detractores del modo de operar de Vivaldi, capitaneados por el insigne Igor Stravinsky, siempre ha reservado sus más refinadas críticas: no varias veces unas músicas sino las mismas músicas varias veces. A mí (y no solo a mí, gracias a Dios) esto siempre me pareció una solemne majadería. Vivaldi es distinto siempre, aunque se parezca mucho a sí mismo cada vez. Lo que sucede es que la exuberancia de sus propuestas expresivas no siempre nos permite distinciones claras, y su cegadora luz suele someter a una especie de lavado de cerebro que los más agudamente intelectuales siempre llevan regular. Personalmente recomiendo sin reservas este concierto, un conjunto de bellísimas arias, para disfrutar durante, aproximadamente, un par de horas de un verdadero derroche de música y canto.
Pero en todo caso, si el que lea esto se siente más vivaldiano que Vivaldi y quiere inyectarse en vena la versión de Mantua, hay una grabación discográfica de tres horas protagonizada por Ottavio Dantone y la Accademia Bizantina, obviamente interpretada con criterios historicistas. Y si, en fin, en un alarde de generosidad sin límite quiere echar la casa por la ventana, puede buscar el magnífico registro de Vittorio Negri, de 1977, con instrumentos convencionales, con la versión de Mantua estrictamente completa. Casi, casi, cuatro horas.
Vivica Genaux, María Espada, Nerea Berraondo, Ann Hallenberg, Magnus Staveland. Le Concerto de´Cavalieri. Dir.: Marcello Di Lisa. Auditorio Nacional de Música, sala sinfónica. Domingo 23, 18.00. Entre 15 y 40 €.
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