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Por Publicado el: 20/01/2012Categorías: Crítica

Toda una experiencia para Leticia Moreno

Ciclo Juventudes Musicales
Toda una experiencia
Obras de Shostakovich y Rachmaninov. Leticia Moreno, violín. Orquesta Filarmónica de San Petersburgo. Yury Temirkanov, director. Auditorio Nacional. Madrid, 18 de enero.
Nada es lo que fue. Un espectador maduro comentaba por su móvil a una amistad “Me gusta el Rachmaninov de los conciertos, pero no tanto el de las sinfonías… Bueno, tocan unos rusos”. Treinta años atrás ningún espectador se hubiera referido a la Filarmónica de Leningrado como “unos rusos”, porque era una de las agrupaciones más admiradas del mundo, por su calidad y por venir de donde venían y a aquello se apuntaba toda la progresía. El conjunto tampoco tiene la calidad del de entonces, por más que aún cotice alto, y el nivel ha mejorado mucho en todo el mundo. En aquellos años setenta visitaban Madrid con Mravinsky de la mano de Ibermúsica y, en una ocasión, el titular enfermó y le sustituyeron Jasons y Temirkanov, dos jóvenes que prometían. Hoy día el primero se encuentra en la élite de los de la batuta y el segundo, no tan promocionado, en el escalón inmediatamente inferior.
Temirkanov es director de lecturas arrebatadas y así lo fue la de la “Segunda sinfonía” de Rachmaninov, con unos espectaculares tiempos segundo y cuarto, pero que tampoco descuida el lirismo. Acompañó con cuidado exquisito a Leticia Moreno, a quien Juventudes brindaba una ocasión única en su todavía joven carrera. Aprendió con Rostropovich el primero de los dos conciertos para violín de Shostakovich, por cierto estrenado por los de San Petersburgo, Oistrakh y el citado Mravinsky. Conoce por tanto el concepto y virtudes no le faltan, especialmente la delicadeza con la que abordó primer y tercer tiempo, resultando el sonido quizá un punto duro en los pasajes más briosos. Fue merecidamente ovacionadísima y va asentando una carrera en cuyos inicios fueron fundamentales los apoyos de la Escuela Reina Sofía y Juventudes Musicales. Ambas instituciones y todos nosotros podemos sentirnos orgullosos de Leticia. Gonzalo Alonso

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