Crítica: Todos los repartos de Rigoletto en el Teatro Real
“Gran nuova!, Rigoletto non è più difforme”. Rigoletto en el Teatro Real
Primer reparto
“Rigoletto” de Verdi. Javier Camarena, Ludovic Tézier, Adela Zaharia, Simon Lim, Marina Viotti, Cassandre Berthon, Jordan Shanahan, César San Martín, Fabián Lara, etc. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Dirección de escena: Miguel del Arco. Dirección musical: Nicola Luisotti. Teatro Real. Madrid, 2 de diciembre de 2023.
Veintidós funciones de uno de los títulos de la célebre trilogía verdiana con una coproducción entre ABAO, el Maestranza y Tel Aviv supone a las claras una apuesta por atraer al público. Quizá con la publicidad realizada para la “impactante” realización escénica de Miguel del Arco, a un público nuevo. Sin embargo, los precios del Teatro Real, que son los más elevados de Europa, no dejan mucho margen. Se programan tres repartos, no precisamente baratos, pero al final del estreno, tras la pobreza de los decorados, queda la impresión de que también se trataba de hacer caja. Veremos si se consigue, ojalá que sí.
La representación se sostiene con calidad en el apartado musical, habiéndose elegido una versión prácticamente íntegra, incluida la repetición de la cabaleta del tenor. Ello es discutible y algunos habrían preferido una sola vez, pero con agudo al final, como también, como es tradición, agudo de Rigoletto en “Ah no, ¡è follia!” o en “Ah, la maledizione!”. Cuestión de gustos. Sobresale el Verdi genial gracias a la orquesta y los coros, dirigidos por Luisotti con vitalidad, volumen a veces exagerado, pero siempre muy atento a los cantantes a los que siempre se escucha. El reparto también funciona en líneas generales, empezando por un Ludovic Tezier a quien hoy sería imposible superar. No es el Nucci de sus mejores tiempos, pero sabe administrarse para bordar su gran escena “Cortiggiani”, no sin antes perfilar bien el “Deh, non parlare al misero”. Adela Zaharia convence vocalmente, con un espléndido final del “Caro nome” -lo más ovacionado de la noche-. pero el personaje no está delineado escénicamente. Javier Camarena no pudo repetir la calidad de otras ocasiones, aunque fue de menos a más hasta prolongar el agudo de “La donna è mobile”. Correctos Sparafucile y Maddalena y notablemente falto de autoridad y poder en los graves Monterone.
La escena es otra cosa, con decorados un tanto pobres, vestuario incomprensible, bien iluminada, dirección escénica irrelevante y poco creíble. Todo porque en la ópera quedan ya perfectamente delineados los personajes y la trama. siendo contraproducente querer inventar.
La simpar Teresa Berganza me contó que, una vez, el director de orquesta Charles Mckerras y el regista se empeñaron en obligarla a cantar cierta ópera de Rossini como ellos querían, argumentando que era lo que deseaba el compositor. Ella, ya cansada, respondió: “Yo cené ayer con Rossini y me dijo que quien tenía razón era yo y que debía interpretarla como lo estaba haciendo”. Tema cerrado. Yo no cené con Verdi ayer, pero si se presentó por la noche en casa para darme a las claras su opinión. Me contó ya había visto su “Rigoletto” en el antiguo Teatro Real. Fue, entre bastidores en 1863, en una representación mientras él dirigía “Forza del destino”. Me contó sus impresiones de entonces y las de ahora. Le emocionó y perturbó que se dieran cuenta de su presencia y le obligasen a saludar entre el delirio general.
Me preguntó muchas cosas que no entendió. ¿Qué significaba la impactante escena inicial, sin música aún, cuando sale una chica y se la supone violada por cinco chicos en los dramáticos acordes iniciales? Le tuve que contar lo de la manada. O qué se quería expresar con las mujeres desnudas en la muerte de Gilda. No sabía qué contestarle. Quizá la pureza… Le gustó la iluminación y el aspecto visual fotográfico y me dijo que nunca pensó en que la casa de Rigoletto fuese una especie de cueva en la luna y que le parecía un despropósito que todo el inmenso fondo del teatro que se ve al inicio no se aprovechase después; que no entendía de qué iba el vestuario y, por supuesto, nada de las mujeres medio desnudas contorsionándose constantemente y, menos aún, las simuladas felaciones y penetraciones de todo tipo. “Si, mi ópera fue un escándalo en su estreno, pero por otros motivos. Porque retrataba la perversa relación entre diferentes segmentos sociales, pero ¡dónde está aquí la caracterización de Rigoletto, del duque y de Gilda? Sí, mucha dirección de figurantes, a veces tan absurda como los cortesanos aplaudiendo la gran escena del barítono, pero muy escasa la de los protagonistas”.
Para él, fue más delirio lo que vio esta vez que en 1863 . “No, no resulta creíble, no es esto lo que yo he compuesto. ¡No es esto!”, me repitió. Y yo lo entendí. Comprenderán ustedes que tanto derecho tenemos Berganza o los críticos a fabular como hacen los registas. Gonzalo Alonso
Un Rigoletto sin mucho brillo
Segundo reparto
Teatro Real de Madrid. 7 Diciembre 2023
Se trata del segundo de los repartos programados, aunque para mí haya sido el tercero en orden cronológico. La verdad es que no hay una gran diferencia de calidad entre los distintos repartos. Volvemos a soportar la producción de Miguel del Arco, sobre la que no tengo más que decir. Nuevamente en el podio Nicola Luisotti y su buena lectura de la ópera. En este reparto Rigoletto era el barítono canadiense Étienne Dupuis, que ha vuelto a confirmar la impresión que me había producido en ocasiones anteriores. Es el más lírico de los Rigolettos ofrecido por el Teatro Real en esta ocasión, respondiendo menos que sus colegas al concepto de barítono verdiano. Su actuación fue buena sin ser extraordinaria y me llamó la atención que no ofreciera sobreagudos en el final de la Maledizione. Obtuvo aplausos en Cortigiani, pero meno intensos y duraderos que los que obtuvieron Tézier y Kelsey.
Gilda fue la soprano francesa Julie Fuchs, que ofreció una buena actuación. Es una soprano ligera con voz atractiva y bien manejada, siendo además una buena intérprete en escena. Hay, sin embargo, en su voz un vibrato excesivo que no había notado hasta ahora y que resulta a veces molesto. También me llamó la atención que se escapó de algunos sobreagudos, especialmente en el final de la Vendetta. El Duca fue interpretado por el tenor donostiarra Xabier Anduaga, la gran promesa de los tenores españoles, aunque creo que ha dejado de ser tal para convertirse en una brillante realidad. Basta ver su agenda repleta de compromisos internacionales y en los teatros de ópera más importantes. Su actuación ha sido francamente buena, volviendo a ofrecer su brillante voz y cantando siempre con gusto. Para mí lo mejor de su actuación estuvo en el segundo acto, especialmente su interpretación de Parmi veder le lagrime, en la que destacó de manera clara y obtuvo la mejor ovación de la noche.
Sparafucile era el bajo chino Peixin Chen, a quien veía por primera vez y me produjo una positiva impresión. Tiene una voz de calidad y amplia, expresando bien. La nueva Maddalena era la mezzo Ramona Zaharia, que lo hizo de manera correcta y sin problemas. Los personajes secundarios fueron cubiertos por los mismos que lo hicieron el día anterior en el tercer reparto de estas representaciones. La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 49 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 1 hora y 59 minutos. El Teatro Real ofrecía una ocupación de alrededor del 85 % de su aforo. La localidad más cara costaba 359 euros, habiendo butacas de platea a 303 euros. La localidad más barata con visibilidad plena costaba 93 euros.
José M. Irurzun
Tercer reparto
Teatro Real de Madrid. 6 Diciembre 2023
Estos comentarios se refieren al tercero de los repartos programados. El resultado se puede considerar como aceptable, pero no brillante y por debajo del ofrecido por el primer reparto, visto el día anterior.
Sigue la nueva producción de Miguel del Arco con sus bailarines, sus desnudos y felaciones. Esta vez me ha llamado mucho la atención que toda la escena de la muerte de Gilda ofrece una serie de bailarinas y también bailarines o extras, todos ellos totalmente desnudos. Como diría Mimí en La Bohème: Il Perchè non so.
Nuevamente, la dirección musical de Nicola Luisotti, con una buena lectura, como de costumbre. Para mi gusto, mejor en el primer acto que el día anterior.
El nuevo Rigoletto era el barítono hawaiano Quinn Kelsey, que ha vuelto a ofrecer su voz poderosa y de lo que llamamos barítono verdiano. En ese sentido hay que decir que su instrumento es adecuado para cantar la parte de Rigoletto. Únicamente, encuentro su interpretación poco emocionante. Fue aplaudido con intensidad tras su Cortigiani, aunque la ovación fue más corta que la de Tézier el día anterior.
Gilda era la soprano zaragozana Ruth Iniesta, que volvió a ofrecer su voz de soprano ligera, que es atractiva en el centro y está bien manejada, aunque sus notas más altas me resultan demasiado metálicas. No es una gran intérprete del personaje de Gilda, pero cumple en el mismo.
El Duca era el tenor americano John Osborn, conocido por los aficionados por su especialización belcantista y especialmente en ópera francesa del siglo XIX. He encontrado su voz menos atractiva que en otras ocasiones, aunque sigue siendo un destacado cantante, pero la belleza vocal que uno espera del Duca no está en su instrumento. Me dio la impresión de que tenía dificultades respiratorias en más de una ocasión.
También era nuevo el Sparafucile, interpretado por el bajo italiano Gianluca Buratto, cuya voz e interpretación me resultaron mucho más convincentes que las de Simon Lim el día anterior.
Repetía como Maddalena Marina Viotti, que lo hizo bien. Esta mezzo puede tener problemas en su carrera, ya que es muy alta. De hecho, les sacaba la cabeza tanto a John Osborn como a Javier Camarena el día anterior.
Monterone era Fernando Radó, que cumplió sin más. Marifé Nogales fue Giovanna y su prestación fue correcta. Bien el Marullo de Isaac Galán. Correcto el Matteo Borsa de Josep Fadó. Repetían Tomeu Bibiloni y Sandra Pastrana como Condes Ceprano y también Inés Ballesteros en la parte del Paje.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 52 minutos, incluyendo los dos consabidos intermedios. Duración musical de 2 hora y 2 minutos.
El Teatro Real ofrecía una ocupación de alrededor del 85 % de su aforo. La entrada más cara costaba 359 euros, habiendo butacas de platea al precio de 303 euros. Le localidad más barata con visibilidad constaba 93 euros. Parece que hubo venta de entradas a última hora para jóvenes a precios muy asequibles.
José M. Irurzun
Fotos: J. del Real
Fui a la función del miércoles 6. No logré conectar con la puesta en escena. Por momentos me faltó la expresividad y el dramatismo. En ocasiones sentía desconexión entre los diferentes elementos para conformar una pieza redonda. Elogio el gran esfuerzo que conlleva hacer teatro y la Ópera, pero quedé insatisfecho.