Tomás Marco: “Nunca dejo de componer”
- En El Caballero… no hay ni una palabra mía: todas son de Cervantes
- Con el paso del tiempo el público va aprendiendo, aunque crea que no
- Boulez era un grandísimo maestro
El cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes ha propiciado el regreso a los escenarios de El caballero de la triste figura. La ópera más popular de Tomás Marco (Madrid, 1942), podrá verse desde el día 26 en los Teatros del Canal madrileños, en un proyecto conjunto con el Teatro Real. Para las tres funciones se ha contado con prácticamente el mismo reparto e idéntica propuesta escénica que en su estreno hace algo más de diez años, el más cervantino de Marco. Cuando, además de El caballero…, compuso distintas obras de variado formato –Medianoche era por filo, Ensueño y resplandor de Don Quijote, Cabalgata de Dulcinea y Aldonza– inspiradas en la novela de aventuras más famosa de todos los tiempos.
P. De sus incursiones en la literatura ¿Cervantes y su Quijote son quienes más satisfacciones le han proporcionado?
R. Las he recibido de todos los autores y las obras que he tratado. Estoy encantado de haberlo hecho en el caso de Cervantes y con esta obra en concreto, que fue un encargo de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones para el centenario de la publicación del Quijote en 2005. Es decir, que el tema me venía en cierto modo “impuesto”, y lo digo entre comillas, porque entre otras cosas me ha dado la satisfacción de poder hacer un libreto coherente sobre el particular utilizando sólo textos cervantinos, aunque haya convertido la novela en una obra de teatro.
P. Se vio por primera vez en Albacete…
R. …Así es. El estreno tuvo lugar en el Teatro Circo de esa ciudad el 27 de diciembre de 2005.
P. ¿Giró posteriormente?
R. Paseó por diversos lugares, entre otros el Festival de Almagro, Alcalá de Henares, Madrid… Y después, cuando se remontó en 2012, se hizo en El Escorial y se llevó a México, al Festival Cervantino de Guanajuato.
P. ¿Vuelve ahora tal cual se concibió?.
R. La ópera es la misma, como lo es la versión escénica, dirigida de nuevo por Guillermo Heras, aunque, como es lógico, tiene algún ligero retoque. En lo que se refiere al reparto, en esta ocasión ha cambiado el tenor, porque se había retirado el que lo estrenó. Además de la orquesta -la titular del Teatro Real- y el coro, que son distintos. Y también el director musical, que no ha coincidido en ninguna de las tres ocasiones en que se ha montado.
P. ¿Está contento con los resultados?
R. En principio, si. Aun estamos con los ensayos parciales y de conjunto, y todavía nos falta el general. Pero de momento está todo bien montado: los cantantes se lo saben, evidentemente; el coro, aunque es nuevo va entrando; la orquesta es excelente, y el maestro Manuel Coves la ha entendido muy bien.
P. Dice que, salvo el tenor, las voces son las mismas. ¿El tiempo las ha resituado en el personaje, sobre todo a las más jóvenes?
R. Quizá María Rey-Joly está más situada ahora que entonces, pero cuando se estrenó, María José Suárez ya contaba con una carrera. El tenor, Eduardo Santamaría, que ha cambiado, está en un momento excepcional y Alfredo García también ha madurado, evidentemente.
P. De sus seis trabajos líricos de gran formato, Yo lo vi lo calificó de “ópera virtual”; Segismundo, como “ópera de bolsillo”. ¿Esta es una ópera-ópera?
R. Si, es ópera-ópera, como de hecho también lo era Segismundo, aunque fuera pequeñita.
P. Por comparación con Ojos verdes de luna o Selene, ¿El caballero… es la más conocida de todas?
R. Es la que más se ha hecho, desde luego. Selene se pudo ver en dos versiones distintas y el próximo mes de marzo se hará una tercera en San Sebastián. Y Ojos verdes de luna se ha hecho también en diferentes sitios, en este caso siempre en la misma versión.
P. En algún momento comentó ya se sabe que si en música es difícil estrenar, más lo es programar una obra por segunda vez…
R. …. y en ópera todavía más complicado.
P. Siendo así, estará muy satisfecho con la trayectoria de las suyas
R. Lo estoy, realmente, En primer lugar, porque el que se hayan hecho tantas veces para mí es una gran satisfacción. Como lo es el que ahora, aunque la sala no sea muy grande, las entradas, que se pusieron a la venta hace tres meses, al día siguiente estaban agotadas. Así que no me puedo quejar.
P. Los años transcurridos desde su estreno, ¿la han rejuvenecido, acercándola más al espectador, o necesita un manual de instrucciones para comprenderla?
R. Creo que siempre ha sido una ópera en la que el espectador ha entrado con relativa facilidad. Lo que también es verdad es que con el paso del tiempo el público va aprendiendo, aunque él crea que no, y muchas cosas le resultan más fáciles ahora que hace unos años.
P. ¿Existe, pues, una normalización del público ante la música contemporánea?
R. Creo que la va habiendo.
P. Después de tanto tratamiento del Quijote, desde el barroco a los carteles de Broadway ¿Qué aporta el suyo de novedoso?
R. Para empezar, que sigue muy de cerca el libro. El de Massenet, por ejemplo, que es una obra magnífica, casi no tiene nada que ver con lo que Cervantes escribió. En este caso, aunque como decía se trata de una novela llevada al teatro, no hay ni una palabra mía: todas son de Cervantes. Luego creo que aporta una síntesis de la novela no mal explicada, para que se pueda seguir con facilidad.
P. Responsabilizándose del libreto, salva lo que veía como escollo al afirmar que El problema de los libretistas en este país siempre ha sido una tragedia. En ese punto coincide con la opinión de Pierre Boulez, un maestro suyo recientemente desaparecido
R. Boulez siempre estaba dándole vueltas a la posibilidad de hacer una ópera, pero nunca la consumó porque no encontraba libretistas que le satisficieran. Manejó incluso la posibilidad de un tema: El balcón, de Jean Genet, que finalmente convirtió en ópera con excelentes resultados un alumno suyo tan brillante como Peter Eötvos. Lo que demuestra que no estaba mal visto como argumento de ópera. Pero desgraciadamente no hemos tenido ninguna suya. Yo he buscado libretistas muchas veces, y al no encontrarlos, he hecho yo mis libretos. No porque me crea Shakespeare, ni mucho menos.
P. ¿Cómo recuerda a Boulez?
R. Con mucho cariño, porque era un grandísimo maestro y porque a pesar de tener fama de persona difícil, siempre me llevé muy bien con él. Cada vez que venía a España preguntaba por mí y nos veíamos. Y hace unos años le serví como traductor para la célebre conferencia que ofreció en la Residencia de Estudiantes…
P. Volviendo a usted y sus óperas. ¿Qué pasó con Tenorio?
R. Que está compuesta, porque fue un encargo que me pagaron del Festival Estío Musical de Burgos. Pero como se quedaron sin dinero para montarlo, no la hicieron. Espero que algún día por fin se pueda ver.
P. ¿Aun así continúa insistiendo? ¿Tiene óperas nuevas previstas?
R. Alguna cosa tengo, pero de momento, terminado sólo Tenorio.
P. ¿No le han propuesto nada desde el Real?
R. Hasta la fecha, nada
P. ¿Tendría alguna idea a explotar, o recurriría al San Antonio de Flaubert sobre el que ha estado trabajando?
R. Podría ser, porque eso está ahí. Tengo bastante escrito a lo largo de los años, y como implica muchos medios, se prestaría para un teatro grande. Pero claro, todo dependería de las condiciones y de muchas otras cosas.
P. ¿Al margen de las óperas, sigue componiendo?
R. Siempre estoy trabajando, con mayor o menor ritmo, pero nunca dejo de componer. Porque me apetece, o de acuerdo de las peticiones y los encargos.
P. ¿Le llegan muchos?
R. En este momento tengo pendiente uno de una obra coral que aun no se ha concretado. El año pasado escribí uno para PluralEnsemble, otro por los 50 años de la Orquesta de la RTV… No voy a decir que tanto como en los tiempos de más actividad, pero siempre hay algo para hacer.
P. El ejercicio de la vida ¿le ha hecho ser algo Quijote?
R. Creo que la vigencia de esa novela de Cervantes en la actualidad está en que, mezclados los dos personajes centrales, Don Quijote y Sancho, nos dan una imagen muy fiel de lo que era el español de entonces, y también del de ahora. En lo que a mi respecta, supongo que si: que todo el mundo acaba aparcando una serie de cosas y topándose con la realidad, como le ocurrió a él con los molinos. Juan Antonio Llorente
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