Torres-Pardo y Márquez en un espectáculo refrescante
Temporada del Teatro de la Zarzuela
Torres-Pardo y Márquez en un espectáculo refrescante
“Desconcierto”. Obras de Granados, Albéniz, Falla, Turina, Lorca y García Montero. Rocío Márquez, cante. Rosa Torres-Pardo, piano. Alfonso Delgado, recitador. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 26 de noviembre de 2016.
Rosa Torres-Pardo no sólo es una excelente pianista, sino una mujer llena de inquietudes e inteligencia para buscar su hueco en un mercado plagado de orientales con muchos dedos y no tanta madurez. Desde hace años viene promoviendo espectáculos junto a otros artistas de similares inquietudes que combinan música y otros géneros, ya sean pintura, literatura, baile o cante. En esta ocasión se ha unido a Rocío Márquez y Alfonso Delgado en un concierto bautizado como “Desconcierto”. Desconozco los motivos para tal título, a menos que se refiera a la práctica imposibilidad de que el espectador pueda seguir el orden de un programa jugoso, pleno de complicidades, en el que se canta o recitan poemas mientras el piano va desgranando piezas de Granados, Albéniz, Falla o Turina. Es éste un repertorio que Torres-Pardo lleva practicando muchos años, que domina a la perfección y al que, sobre todo, es capaz de impregnar de su comunicativa personalidad. Su actuación a lo largo de hora y media, sin pausa, es un auténtico tour-de-force. Quienes han escuchado la aparente desenvoltura con la que aborda partituras tan difíciles como el “Tango” de Albéniz o piezas de sus “Cuadernos” lo saben.
Rocío Márquez interpreta, poniendo tanta musicalidad como matiz y sentimiento, páginas como las “Canciones populares antiguas” de Lorca, las de Granados –soberbia “De aquel majo amante”-, la “Nana” o “El amor brujo” de Falla y la conjunción con el piano de Torres-Pardo resulta refrescante. A ellos se añade la voz sobria y exacta de Alfonso Delgado recitando poemas de Luis García Montero, cuyos textos con frecuencia enlazan con las músicas del piano que las acompaña.
Un espectáculo así supone aire fresco en un panorama musical dominado por la rutina y el público lo agradece con fervor. Lo hizo con entusiasmo desbordante en la Zarzuela. No cabe más que decir: “¡Bravo!”. Bienvenido sea el talento. Gonzalo Alonso
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