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Por Publicado el: 09/02/2013Categorías: Crítica

TOSCA (G. PUCCINI). Auditorio El Baluarte de Pamplona

TOSCA (G. PUCCINI). Auditorio El Baluarte de Pamplona. 8 Febrero 2013

 Tosca es una ópera en la que el libreto marca con tanta precisión el momento de la acción y la ubicación de la misma, que se hace muy difícil para cualquier director de escena ofrecer transposiciones sin que todo chirríe de forma alarmante. Un regista tan prestigioso como Robert Carsen lo intentó haciendo una Tosca dentro del teatro y la cosa no funcionó. En  esta ocasión lo ha intentado Giancarlo del Monaco y el espectáculo funciona francamente bien, consiguiendo que la transposición apenas chirríe, salvo en el último acto.

La acción se traslada de la Roma de 1800  a la del otoño de 1943, cuando Mussolini ha sido derribado, puesto en libertad por los nazis, que logran ocupar buena parte de Italia. El enfrentamiento entre las tropas de ocupación y los patriotas está en la base del drama de Tosca y, por tanto, está muy bien traído a colación. Evidentemente, las incongruencias entre lo que vemos y el texto original son inevitables, pero son más bien escasas, ya que se cambian algunos textos muy ligeramente y con mucha habilidad, particularmente el anuncio de la derrota en Marengo, que es lo único que se mantiene, ya que no es Melas quien está en fuga, sino Zender. Angelotti, más allá de ser saludado como Console de la spenta Republica Romana, es aquí un judío en fuga. Scarpia es un oficial nazi a la caza de disidentes y judíos, lo que funciona francamente bien. Sus esbirros no son sino soldados alemanes y algún colaborador local, como Spoletta. En el primer acto no hay Te Deum, salvo en la música que escuchamos, lo que le hace perder cierta espectacularidad a la escena final del primer acto. El segundo acto está muy bien hecho, impactando la escena en la que Tosca se va a entregar a Scarpia antes de acuchillarlo. El tercer acto, que aquí se desarrolla en un sótano – lo que no molesta – es el que peor funciona, pero lo habría hecho también sin ningún tipo de transposición. Se nos presenta a un Cavaradossi moribundo y lleno de sangre, que me recordaba a lo que el mismo Del Mónaco nos ofreció con el Gran Inquisidor en  Don Carlo. Ni da anillo al carcelero ni éste le entrega papel para escribir, sino que  Mario canta su más que famosa   aria totalmente tumbado, lo que se repite con la llegada de Tosca, resultando chocantes las instrucciones de ésta sobre cómo debe caer, cuando no puede estar más caído. El fusilamiento es una pura ejecución sumarísima sin pelotón de soldados, terminando la ópera no con el salto de Tosca al vació, sino disparándose un tiro en la boca.

La transposición funciona bastante mejor de lo que cabía  esperar a priori y lo apuntado en el tercer acto no es problema de transposición, sino de puro concepto teatral y mi  conclusión habría sido la misma en una producción puramente tradicional.

 Esta producción se estrenó en Tenerife en Octubre de 2011 (entonces Del Mónaco era el director artístico) y viene de verse en Valladolid para trasladarse el mes próximo a Lausanne. La escenografía de Daniel Bianco resulta adecuada en los tres actos, dentro de una loable simplicidad. Muy cuidado el vestuario de Jesús Ruiz, particularmente  en los uniformes nazis y en los modelos de Tosca. Correcta la labor de iluminación del propio Daniel Bianco. La dirección escénica en Pamplona la ha llevado adelante Marco Berriel. En resumen, es una producción arriesgada, con un resultado global positivo.

 La dirección musical estuvo encomendada a Hill Humburg, que ofreció una lectura muy cuidada, mantenido siempre la tensión, soportando bien a los cantantes, sin caer nunca en excesos fuera de lugar. Ha sido una notable interpretación la suya. Buena la prestación de la Orquesta Sinfónica de Navarra y a buen nivel el Orfeón Pamplonés en sus cortas intervenciones. La Escolanía del Orfeon Pamplonés ofrecía, en general, numerosas adolescentes y casi veinteañeras más que niños. Lo hicieron bien.

 El reparto vocal ha tenido el mérito de ser capaces en todos los casos de transmitir emociones al público, lo que no ocurrió el mes pasado en Bilbao, donde los cantantes pasaban por el escenario con una frialdad digna de mejor causa.

 Annalisa Raspagliosi es una soprano todo terreno, que canta personajes que no son muy adecuados a sus características vocales. Ella no pasa de ser un soprano lírica, que se ayuda en una figura atractiva y en su buena  calidad de actriz. Su Tosca queda corta vocalmente, aunque resulta más convincente su interpretación que la de Violeta Urmana. Sus notas agudas quedan en ocasiones al borde  del grito, lo que también es una mejoría respeto de la mencionada diva lituana.

 Jorge de León fue un convincente Cavaradossi en escena y un tenor perfectamente adecuado a las exigencias del personaje. Su voz es muy importante, tanto en volumen como en brillantez, además de ofrecer gran  homogeneidad de registros. Su prestación vocal se sitúa muy por encima de la de Massimo Giordano en Bilbao. El problema de Jorge de León es que no evoluciona en su manera de cantar. Desde la primera vez que le vía en escena hace 3 años sigue impresionando su voz, pero su canto sigue siendo demasiado primario, cantando todo uniformemente forte, como si las medias voces y los piani no existieran. Es la tercera vez que veo su Cavaradossi en 3 años y su interpretación no ha ganado nada en matices. Es una pena, porque podría ser un tenor muy caro.

 Marco Di Felice fue un buen Scarpia, aunque sus características vocales no son exactamente las que requiere este malvado personaje. Se echa en falta un color más oscuro, pero ofreció un canto de calidad – algo monótono a veces – sin escaparse de ninguna nota escrita por Puccini

 En los personajes secundarios hubo de todo. Alberto Feria fue un sonoro y basto Angelotti. Marco Moncloa fue un Sacristán con buena salud vocal, pero poco adecuado al carácter bufo del personaje. Adecuado Emilio Sánchez en Spoletta, aunque entrara tarde en escena en el segundo acto. Sin interés el Sciarrone de Jeroboam Tejera. Flojito el carcelero de Iñalki Esparza. Correcta, Olaia Lamata como Pastorcillo, convertida aquí con acierto en chica de limpieza judía.

 El Baluarte ofrecía numerosos huecos, con una entrada de alrededor del 75 %, de su aforo, particularmente floja en las entradas más baratas. El público se mostró cálido con los artistas, epecialmente con Jorge de León, que fue el triunfador de la noche. La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 2 horas y 17 minutos, incluyendo un intermedio de 23 minutos y una breve parada entre los actos II y III. La duración puramente musical fue de 1hora y 50 minutos. Los intensos aplausos finales se prolongaron durante 7 minutos y aquí no se arrastraron. El precio de la localidad más cara era de 64 euros,  habiendo localidades en el piso superior entre 54 y 40euros. La relación precio-calidad ha sido muy favorable. Mucho mejor que la de Bilbao el mes pasado. José M. Irurzun

 Fotografías: Cortesía del Baluarte

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