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Por Publicado el: 24/06/2014Categorías: Crítica

Trilogía de los fundadores: habilidoso procedimiento

HABILIDOSO PROCEDIMIENTO

Trilogía de los fundadores. Gaztambide: “Catalina”. Arrieta: “El dominó azul”. Barbieri: “El diablo en el poder”. Goikoetxea, Matheu, Peña, Franco, Atxalandabaso, De Munck, Campaña, San Martín, Nogales, De la Merced, Ramón, Sánchez, Cifuentes, Gutiérrez Caba… Orquesta y Coro del Teatro de la zarzuela. Director musical: José María Moreno. Dramaturgia escénica: Álvaro del Amo. Madrid, Teatro de la Zarzuela. 20 y 21-6-2014.

Recuperación de tres títulos importantes de nuestro género lírico. Para reducir costes se arbitró el procedimiento de presentarlas a través de una nueva y moderna dramaturgia. Álvaro del Amo, con inteligencia y “savoir faire” teatral -aspecto que, como autor, conoce bien-, practicó una suerte de refundición de los libretos, sin traicionar su sentido e incluso su literalidad, manteniendo toda la música y creando estratégicos personajes que resumen la acción. El coro está presente a la griega y los solistas vocales actúan en disposición semiescenificada portando unos fantasiosos y evocativos figurines, a modo de recortables, creados por Pepe Corzo.

El procedimiento abrevia las pesadas intrigas, que desarrollan redundantemente anécdotas muy parvas. Hablamos aquí de las representaciones de “El dominó azul” (1853) y “El diablo en el poder” (1856). En la primera, ilustrada por una música italianizante, de corte donizettiano y en algunos casos verdiano, mimética pero bien escrita, es el sastre Valdivieso el narrador de los enredos cortesanos en el Palacio del Buen Retiro a mediados del XVII. En la segunda, provista de pentagramas más refinados, en los que lo español cobra más relevancia, es el propio demonio quien cuenta las intrigas palaciegas en el Madrid de Felipe V.

Es imposible citar a todos los cantantes –buena labor de selección-. Destaquemos, así, por encima, la ligereza alada de Sonia de Munck, la consistencia de Mónica Campaña, la soltura arriba de Mikel Atxalandabaso, la calidad vibrátil de Marifé Nogales, la espejeante claridad de Elena de la Merced, el grato color de Josep-Miquel Ramón –en una parte demasiado grave para su voz de barítono muy lírico- y la vis cómica y solidez de Emilio Sánchez. Encomiables, en su sitio, los actores Juan Manuel Cifuentes, como sastre, y Emilio Gutiérrez Caba, como diablo. La Orquesta de la Comunidad de Madrid, que pierde habitualmente enteros cuando baja al foso, sonó algo gruesa, poco depurada bajo la entusiasta y animada batuta, un tanto primaria, de José María Moreno. El Coro, con apreciables y ocasionales desajustes, cantó reciamente, sin sutilezas, al parecer no exigidas desde el foso. Arturo Reverter

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