Trío irrepetible en la OCNE: Pehlivanian, Koopman, Marriner
TRÍO IRREPETIBLE
Orquesta y Coro Nacionales de España
Obras de HONEGGER, COLL, GORECKI, BACHS, HAYDN y ELGAR. Measha Brueggergosmann, María Espada (sopranos), Bogna Bartosz (contralto), Tilman Lichdi (tenor), Klais Mertens (bajo), Juan Carlos Matamoros (trombón), Truls Mørk (violonchelo). Coro y Orquesta Nacionales de España. Directores. George Pehlivanian, Ton Koopman, Sir Neville Marriner. Auditorio Nacional de Música, Madrid, febrero de 2015.
Es difícil pasar en tres sesiones por directores y estéticas tan diversas como han abordado en apenas quince días los conjuntos de Orquesta y Coro Nacionales de España. George Pehlivanian es un todoterreno inagotable y de una seguridad técnica incontestable. Plasmó la locomotora de Honegger, “Pacific 231” con eficacia casi visual. Para el ajusticiado Festival de Alicante surgió “Tapias, música para trombón y orquesta” de Francisco Coll García (Valencia, 1985), que el autor revisó en 2012, siempre para su fabuloso solista, Juan Carlos Matamoros; Pehlivanian parecía conocer la obra desde su gestación y acompañó al incansable Matamoros con apasionada concomitancia; el solista, con varios compañeros de la ONE, regaló un arreglo de “Tristezas de un Doble A” de Piazzola. El americano-libanés remató faena sacando adelante una obra que se hace interminable, pero que el público adora, la letárgica “Sinfonía de las canciones dolorosas” de Henryk Gorecki, con el concurso de una soprano extraordinaria, la canadiense Measha Brueggergossmann.
También soprano encomiable fue, en la siguiente sesión, la emeritense María Espada, aquí en obra excepcional, la “Misa en Si menor” de Bach, narrada y explicado por ese docente impagable que es el holandés Ton Koopman (Zwolle, 1944), otro habitual de la Nacional, que sabe convertirla en el más ejemplar ‘ensemble’ de música barroca. Es impresionante ver las mutaciones que la actual Nacional se permite, pasando de la música más actual a la pretérita con camaleonismo envidiable.
Y en tercera instancia, una leyenda viva de la interpretación musical, Sir Neville Marriner (Lincoln, 1924), 90 años llevados con garbo, elegancia y aplomo, que le permiten dirigir de pie una sesión de dos horas nada ligera. Que Marriner haga un exquisito Haydn (la “Sinfonía 44”) sorprende tan poco como que dirija maravillosamente a Elgar, primero en el “Concierto para violonchelo” con el noruego Truls Mørk (algo errático al empezar la obra y que obsequió una innecesaria propina bachiana, para la que Ton Koopman podría haberle dado una clase de estilística), y luego con las hermosas y brillantes “Variaciones Enigma”, órgano incluido en su clausura, que el maestro británico recreó con una Nacional en estado de gracia. Magníficas notas de programa, también esto es usual, de Javier Vizoso para Coll/Gorecki, Fernàndez Reinoso en Bach y Rafael Banús en Haydn/Elgar. José Luis Pérez de Arteaga
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