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Por Publicado el: 08/08/2016Categorías: Crítica, En vivo

Turandot, Puccini en escena, Alfano en concierto

TURANDOT (G. PUCCINI)

 

Auditorio de Peralada. 6 Agosto 2016.

Turandot ha sido la ópera elegida este año por el Festival de Peralada y se ha saldado con un éxito moderado, con una nueva producción escénica clásica y discutible al mismo tiempo, una dirección musical sin excesivo brillo y un reparto vocal con luces y sombras.

Se trataba de una nueva producción del veterano director de escena español Mario Gas, que ha ofrecido un trabajo bastante tradicional en su conjunto, con algunas originalidades, que pueden ser discutibles. La escenografía de Paco Azorín ofrece un escenario giratorio único para toda la ópera, en el que se coloca una especie de gran pagoda, que sirve bien a las indicaciones del libreto. El vestuario de Antonio Belart es un tanto intemporal en lo que se refiere al coro, más tradicional en los protagonistas y un tanto rompedor, por moderno, en el caso de los 3 Ministros. Iluminación adecuada de Quico Gutiérrez.

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Escena

El trabajo escénico de Mario Gas resulta adecuado, narrando bien la trama, hasta que aporta su visión un tanto original de la ópera. Me estoy refiriendo al hecho de sobra conocido de que Puccini no hubiera terminado de componer la ópera, sino que fue culminada para la escena final por Franco Alfano. Al termina la escena de la muerte de Liú, la orquesta para y la producción informa al público por megafonía de que en su estreno Toscanini terminó aquí la representación, siendo posteriormente la ópera completada musicalmente por Franco Alfano. Mario Gas sigue el ejemplo mencionado de Toscanini, pero la representación sigue, aunque toda la escena final se hace en versión de concierto y con vestuario como si de un concierto se tratara, efectivamente. La decisión de Mario Gas se me hace muy discutible y bastante gratuita, independientemente de que la cosa haya funcionado adecuadamente. Me refiero al hecho de que lo que Puccini no terminó fue la composición, lo que poco o nada tiene que ver con la producción escénica. Me habría parecido más lógico que se terminara la representación con la muerte de Liu que no el hecho de continuarla en forma concertante y sin vestuario alusivo a la ópera. Personalmente, no alcanzo a ver la lógica de esta decisión por parte de Mario Gas.

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La versión de concierto. Irene Theorin y Roberto Aronica

En cuanto a la dirección escénica, el trabajo de Mario Gas narra adecuadamente la trama, ofreciendo como “originalidad” la presencia de Ping, Pang y Pong como unos seres corruptos, drogadictos y violentos. Supongo que en su concepto habrá influido el hecho de que sean ministros. Por lo demás, la producción funciona bien y resulta adecuada.

La dirección musical estuvo encomendada a Gianpaolo Bisanti, cuya lectura me ha resultado un tanto irregular, alternando momentos rutinarios con otros de mayor interés. En más de un momento sus tiempos me resultaron un tanto lentos, siendo lo mejor de su lectura el tercer acto de la ópera. A sus órdenes la Orquesta del Liceu de Barcelona ofreció una buena actuación. Quizá lo mejor de toda la representación fue la actuación del Coro Intermezzo, que ofreció una gran frescura y musicalidad, únicamente comparables a las que hoy ofrecen los Coros del Teatro Real (también de Intermezzo) y el de Valencia. Correcto el Cor Infantil Amics de la Unió, que realmente de infantil no tenía sino el nombre.

La protagonista fue la soprano sueca Irene Theorin, que ofreció una prestación vocal totalmente en línea con lo que puede esperarse de ella. Es una notable cantante, que realmente canta la partitura, y resulta convincente, como ocurre en sus interpretaciones de las Brunnhildes wagnerianas. Su problema, como siempre, es que sus notas altas son invariablemente gritadas, ya que están fuera de su alcance, lo que no es ninguna novedad en su caso. Cada uno puede dar a este hecho la importancia que quiera. Yo le doy bastante.

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Irene Theorin

Roberto Aronica me resultó un Calaf poco convincente. Desde mi punto de vista su voz no es adecuada para el personaje, resultándome un tanto ligera. Tampoco él ha sido nunca un dechado de perfecciones artísticas. Para mi gusto lo mejor de su actuación fue el dúo de Alfano del último acto. Su Nessum dorma no fue particularmente brillante. Terminaré diciendo que se escapó del DO sobreagudo que sigue a la resolución de los tres enigmas. Es un agudo de tradición, ya que no está escrito, pero hay muchas notas de ese tipo con las que ocurre lo mismo, pero que los tenores no las rehuyen. Bastarán dos ejemplos: El DO que culmina la La Pira del Trovador y el SI que da término a la Donna è mobile. También en este DO ocurre que el tenor que tiene la nota, la da.

La soprano mejicana Maria Katzarava tuvo una buena actuación como Liu. Todos los aficionados saben que, como ocurre con la Micaela de Carmen, es difícil que no triunfe la intérprete de Liu, ya que cuenta con la música más bella de toda la ópera. La mejicana me resultó convincente en Signore ascolta, y un tanto menos en Tu, che del giel sei cinta.

Andrea Mastroni fue un Timur un tanto irregular. Me resultó basto y poco agradable en el primer acto, mejorando notablemente en el tercero.

Los tres ministros fueron adecuadamente cubiertos por Manel Eteve (Ping), Francisco Vas (Pang) y Vincenç Esteve Madrid (Pong). Sonoro el Mandarín de Josema Díaz. Josep Fadó fue un Altoum con voz casi de Calaf.

El Auditorio estaba totalmente repleto y el público se mostró cálido con los artistas en los saludos finales, siendo las mayores ovaciones para Maria Katzarava.

La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración 2 horas y 49 minutos, incluyendo dos intermedios. Duración musical de 2 horas y 1 minuto. Siete minutos de aplausos. José M. Irurzun

El precio de la localidad más cara era de 190 euros, costando 60 euros la más barata. Fotos: T. Ferrer

 

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