Un buen trozo de historia

Esta semana, y de nuevo gracias a Ibermúsica, el ciclo de conciertos más cuidado, interesante y completo de cuantos puede disfrutar el público aficionado de Madrid, tenemos entre nosotros un director que representa un buen trozo de historia de la profesión del siglo XX y lo que va del XXI. Herbert Blomstedt, el maestro sueco-norteamericano,  cumple 89 años en julio, y lleva la friolera de seis décadas subiéndose a los podios de las mejores orquestas del mundo. Quien esto escribe ya no es ningún jovencito, y sin embargo puede hablar de experiencias juveniles inolvidables con Blomstedt. Por ejemplo aquel Richard Strauss que llevó a los primeros discos digitales marca Denon. Y poco después, ya para una firma europea, su absolutamente extraordinario Nielsen. Y eso por citar ejemplos muy puntuales de aquellos gloriosos tiempos de enormes directores en los que, sin ir más lejos, triunfaba en todo el mundo un compañero suyo de viaje en Tanglewood llamado Leonard Bermstein, el más mediático junto a Karajan. Desde entonces la carrera de Blomstedt ha evolucionado mucho, pues de ser un ´especialista´ en músicas ´avanzadas´ de la centuria anterior, ha pasado a recalar en los clásicos y románticos de fuste; desde un espectacular Hindemith, por ejemplo, a un soberbio Bruckner. Camino lógico cuya coronación de alguna manera encarna el primero de los dos conciertos que hará esta semana con la Orquesta Philharmonia, esa incansable y perfectamente engrasada máquina de hacer música que es la orquesta londinense. Hará aquí Blomstedt  Beethoven, en la primera vez que acude a Madrid haciendo pareja con la agrupación de la que fuera titular el marmóreo Otto Klemperer, y lo hará en un monográfico con las sexta y séptima sinfonías, dos obras que miden bien distintas capacidades en aquellos que se atrevan, pero que guardan un punto común al respecto, no otro que uno de los lenguajes sonoros más únicos de la historia del género. Como sabemos, todos quieren tocar Beethoven, y casi todos se estrellan contra ese muro hecho de arena fina que es el ´maldito´ lenguaje beethoveniano, tan ciclópeo y a la vez transparente. El  reto es, pues, grande, hasta incluso para un maestro de la talla del que hablamos,  y del que no puede ser referencia sus grabaciones juveniles beethovenianas.

 Y si el atractivo del primer concierto (miércoles, 27) es grande, no lo es menos el del día siguiente, con un programa que, además de ser de ensueño, encierra una lógica histórica implacable: un viaje desde el penúltimo Mozart de la Sinfonía núm.39  hasta el primer (o quizá segundo)  Bruckner de la Cuarta. Blomstedt  también grabó de joven algunas sinfonías de Bruckner (entre ellas la Cuarta ), pero como sucede con sus discos de Beethoven, sus más recientes  conciertos en vivo con títulos brucknerianos  rebasan con mucho la calidad de los discos.

Por todo esto, estamos ante unos conciertos de enorme atractivo que ningún buen aficionado puede perderse. Pedro González Mira

Orquesta Philharmonia. Dir.: Herbert Blomstedt. Obras de Beethoven (miércoles, 27) y de Mozart y Bruckner (jueves, 28). 19.30. Entre 38 y 170 €.