UN CANTO (CRÍTICO) DE ESPERANZA
Artículo de EL CORREO viernes 1 de febrero de 2008
UN CANTO (CRÍTICO) DE ESPERANZA
El Teatro de la Maestranza fue el verdadero catalizador de la cultura de Sevilla
Teatro de la Maestranza de Sevilla, como otras de las novedades que llegaron a la ciudad en aquella época, fue una de las grandes aportaciones de la Exposición Universal de 1992. Tópico, pero realidad al mismo tiempo. Entendido junto con la creación de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS), su existencia hay que inscribirla dentro del gran paquete general de infraestructuras que revolucionaron y modernizaron Sevilla hace 16 años: circunvalaciones, trenes de alta velocidad y espacios escénicos.
El resultado fue espectacular, la nutrida colonia de operómanos sevillanos no daba crédito a lo que vieron sus ojos en aquellas temporadas: acontecimientos sin precedentes en el mundo, como fue la re-unión en Sevilla, durante casi seis meses, de las siete mejores compañías de ópera del mundo: Viena, Drede, el Metropolitan…; una reunión histórica de voces, di-rectores de escena corno Zeffirelli, Faggioni… No podía empezar mejor la actividad en el Maestranza después de cuatro décadas de ayuno lírico en la ciudad.
Este repulsivo – el éxito del Maestranza galvanizó la vida cultural de Sevilla y de toda Andalucía- nos sirvió a unos pocos para empeñarnos, ante una inicial desidia política y administrativa, en que aquello no podía ser un paréntesis en ese proceso de dinami7ación. Finalmente, primero Francisco Senra -como gerente de la ROSS- y más tarde José Luis Castro, nombrado por las cuatro administraciones implicadas en el Consorcio del Maestranza, lograron el milagro de un gran teatro de ópera en Sevilla.
Los diez años en que Castro estuvo al frente del coliseo constituyen una época absolutamente dorada de la cultura en Sevilla: se institucionaliza la zarzuela, se recuperan los grandes títulos, a los grandes intérpretes (hasta cuatro óperas cantadas por Alfredo Kraus) y se llevan a cabo unas dignísimas producciones propias, con el con-siguiente malabarismo presupuestario
Este panorama, de nivel excepcional y re-conocimiento dentro y fuera de la ciudad, quedó truncado por el cambio de política municipal y la llegada ala Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Sevilla de Juan Carlos Marset que, amparándose en la legitimidad de su nombramiento, irrumpió con prepotencia y formas autoritarias en el panorama cultural de la dudad. Fue un grave error romper la dinámica quede había impreso Castro al teatro y, sobre todo, el modo en que se hizo, que provocó un clima enrarecido en el propio teatro y en la relación con los medios.
No obstante, el futuro se intuye luminoso para el Teatro de la Maestranza, que cuenta con dos buenos y capaces gestores: por un lado, una responsable y compro-metida Remedios Navarro; y por otra, la figura de Pedro Halffter, un director excepcional, con empeño, dedicación, talento y formación. Ya sólo hace falta, después de la extraordinaria remodelación de la que mañana seremos testigos, que se haga realidad la promesa de ampliar el presupuesto. Entono un canto a la esperanza. Ramón Serrera
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