Un cuarteto con futuro en el Festival de Música Polonesa
Un cuarteto con futuro
Festival de Música Polonesa. Cuarteto Apollon Musagète.
Cuartetos de Haydn, Szymanowski, Chopin y Grieg.
Petit Palau de la Música Catalana, 16 de octubre
El Festival de Música Polonesa, patrocinado por el Ministerio de Cultura y Patrimonio de la República de Polonia conjuntamente con el propio Consulado de la Ciudad Condal y que se celebra, desde el 2014, durante la tercera semana de octubre, presentaron este pasado domingo a uno de los cuartetos más interesantes del panorama europeo.
A día de hoy, el Cuarteto Apollon Musagète presenta unas credenciales envidiables. En 2010 debutaron en la Philharmonie de Berlín y más tarde vendrían otros auditorios como el Konzerthaus de Viena, la Philharmonie de Colonia, la Ciudad de la Música de París, el Palacio de Bellas Artes de Bruselas, el Konserthuset de Estocolmo, el Concertgebouw de Amsterdam… afianzando, paso a paso, una carrera extraordinariamente prometedora.
La primera obra en pasar por sus atriles fue el Op. 53 en Re Mayor Op. 64 nº 5 de Haydn. Aquí se pudo apreciar una buena técnica, una afinación de ensueño, pero un discurso carente de lógica estilística. El compositor austríaco, con el tiempo, con los años, con los siglos, se muestra más y más difícil, sobre todo para los jóvenes intérpretes. O se opta por un sonido tímido y ridículo o por uno grande y romántico fuera de los cánones admisibles. Haydn sería uno de los compositores que debería tener una advertencia –al igual que las películas– en sus partituras: “No recomendada para menores de cuarenta años”.
El segundo compositor del programa, Szymanowski y su Cuarteto nº 1 en Do Mayor Op. 37, puso a los intérpretes en su sitio y rápidamente se observó que estos jóvenes virtuosos deben centrarse, a poder ser, en la música escrita a partir del XIX y no mirar, ni de reojo, a la anterior.
En la segunda parte un arreglo para cuarteto de cuerda de Balakirew sobre el Estudio nº 7 en Do sostenido Menor Op. 25 y la singular aportación que Grieg dejó escrita para este género (aunque posee otro en Fa Mayor, sin opus, escrito en su juventud), proporcionaron el cauce correcto para que el Apollon Musagète explotara texturas sorprendentemente arrebatadoras.
Partiendo de la base que los fundamentos programáticos nacen, en numerosas ocasiones, carentes de cualquier lógica y que torpedean el discurso natural, deseamos tener la oportunidad de volver a escuchar a estos jóvenes músicos con obras de mayor envergadura cimentadas desde el gran sonido, aquel que es desgarrador, el más profundo. Bartok, Berg o Ligeti, por ejemplo, deberían ser el alimento natural de este cuarteto con un futuro extraordinario. Israel David Martínez
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