Un excelente discurso y una propuesta
Un excelente discurso y una propuesta
Pocos días atrás se concedían las Medallas a las Bellas Artes, con muchos premiados relacionados con la ópera, y aún más recientemente el Ministro de Cultura entregaba en el Museo del Prado las condecoraciones de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, ante la presencia del Presidente del Gobierno y también con varias personas de nuestro entorno musical, como Cristóbal Halffter, Ruggero Raimondi o Paolo Pinamonti.
Como se sabe, Alfonso X fue un gran humanista que nos dejó las “Cántigas de Santa María” o el “Código de las Siete Partidas” y de ahí que se premie con su nombre a las personas físicas y jurídicas y a las entidades tanto españolas como extranjeras, que se hayan distinguido por los méritos contraídos en los campos de la educación, la ciencia, la cultura, la docencia y la investigación, o que hayan prestado servicios destacados en cualquiera de ellos en España o en el ámbito internacional.
Mariano Rajoy pronunció en este acto un discurso que provocó la admiración de los asistentes. “¿Por qué no habla así siempre?”, “Este es otro Rajoy”… frases similares se podían escuchar entre los asistentes e incluso alguno de ellos llegó a sugerir que estaba dispuesto a cambiar su voto. Fue efectivamente un discurso excelente, muy anclado en los momentos que vivimos, y por ello quiero dejar aquí constancia de alguno de sus párrafos.
“El objetivo de la política cultural es articular iniciativas que ayuden a concienciar al ciudadano sobre la pertenencia a una sociedad que comparte vivencias y valores democráticos, asentar una biografía común que explique los retos del presente y que se proyecte hacia un futuro integrador… La cultura es pensamiento, reflexión y creatividad. Y, al ensanchar el caudal de nuestro conocimiento, contribuye de modo decidido a una sociedad más libre, más crítica y con menos prejuicios”. “Uno de los efectos más benéficos de la cultura es su capacidad de acercarnos los unos a los otros; de superar, por elevación, nuestras diferencias, y de crear espacios de convivencia en armonía. Es así como, siendo diversos, logramos encontrar puntos de encuentro y poner en práctica nuestros mejores instintos: los que nos llevan a compartir y sumar entre todos para salir ganando todos”. “Bajo el reinado de Alfonso X, las diferencias no eran un obstáculo para la convivencia pacífica de cristianos, musulmanes y judíos en la Escuela de Traductores de Toledo. Las diferencias entre los españoles de hoy son muchísimo menores: ¿cómo no vamos a ser capaces de superarlas? Es tiempo de superar muros artificiales que dividen y excluyen a los españoles de nuestra tarea común como país. Es nuestra cultura como pueblo y es nuestro deber inspirarnos en ella en este preciso momento de nuestra historia”.
Siendo todo ello absolutamente cierto, resulta sorprendente que la cultura haya sido la gran ausente de los debates electorales, como resultaría aconsejable que premios como los presentes tuviesen muchísima más proyección social para fomentar unas ideas de creación y esfuerzo que tan marginadas se hallan en nuestra sociedad desde hace años.
Pero volvamos al discurso en cuestión ya que tiene un análisis adicional. Mariano Rajoy se refiere constantemente a la cultura como una vía para el entendimiento, la unidad, etc. ante situaciones como la actual en España. Efectivamente, pero también se requiere inteligencia, solidaridad, capacidad de sacrificio y amar España más que a uno mismo y su partido. Cierto es que estamos en un momento delicado, pero existe alguna solución.
¿Qué sucedería si el Rey encarga a Albert Rivera la formación de gobierno de transición? De entrada podría no haber heridos graves, ya que posibilitaría que Mariano Rajoy y Pedro Sánchez siguieran en sus respectivos cargos de partido –esos de los que tendrían que haberse ido- y Albert Rivera, que es quien más cordura está demostrando, tendría posibilidades de éxito. Habría de proponer un programa de reformas consensuado a desarrollar en 18/24 meses, para luego convocar nuevas elecciones. ¿Acaso se iba a negar el PP a apoyarle y entrar en un gobierno en el que no va a poder estar de otra forma? ¿Acaso el PSOE no se abstendría para poder quedarse haciendo oposición con Podemos y evitar así que estos se lo merienden? ¿Acaso tanto PP como PSOE no tendrían tiempo para reorganizarse? ¿Acaso el “problema catalán” no quedaría mermado con un presidente catalán?
Expuse mi teoría al Ministro de Cultura y me contestó sonriendo que se notaba que me dedicaba a la música y no a la política. Pero, queridos amigos, el 5 de julio de 2002 escribí aquí un artículo titulado “La Alcaldía”, en el que expresaba textualmente: “Y Aznar, para redondear la jugada, tiene una variante ingeniosa. ¿Por qué no proponerle a la Comunidad en vez de la Alcaldía? Ruíz Gallardón no se tendría que desdecir de sus promesas de hace cuatro años, se cumpliría la recomendación del PP de no permanecer más de dos legislaturas y Ruíz Gallardón, que hace socavones más grandes pero más útiles, podría presentarse a la Alcaldía, donde obtendría de gorra la mayoría absoluta. Todo solucionado para el PP y para la música”. Pues bien, dos días después, el domingo 7 de julio, Aznar llamaba a Ruiz Gallardón y le hacía ir por la tarde a la Moncloa para pedirle que fuera el candidato al Ayuntamiento. A continuación Alberto Ruiz Gallardón me llamó a mi para preguntarme cómo lo había sabido. Era sólo simple lógica y esa misma lógica dice lo que actualmente habría de suceder. Disculpen, por favor, esta intromisión de hoy en la pura política pero, como entonces, no está de más aportar un poco de sentido común. Gonzalo Alonso
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