Faramondo: un Haendel prácticamente desconocido
FARAMONDO (G. F. HAENDEL)
Britten Theatre en el Royal College of Music de Londres. 21 Marzo 2017.
Un Haendel prácticamente desconocido
Londres organiza todos los años en primavera un Festival Haendel por parte de la Haendel Society, una más de las organizaciones privadas y con presencia de voluntariado, tan frecuentes en Gran Bretaña. El Festival de este año se desarrolla entre el 18 de Marzo y el 24 de Abril y cubre toda una serie de actividades, desde conferencias a representaciones de ópera, pasando por conciertos y un concurso de canto. Dentro de esta variada actividad suele representarse alguna ópera poco conocida de Haendel y este año la elegida ha sido Faramondo, estrenada en el King’s Theatre en 1738, obteniendo un éxito relativo, aunque pronto cayó en el olvido y raras son las ocasiones en que se ha vuelto a ver.
La trama de la ópera es complicada, con la presencia de tres reyes en escena y sus líos de amores entrecruzados, aunque todo tiene un final feliz. Es de esas óperas donde la acción avanza muy poco y se convierte, como en muchas óperas de Haendel, en una exhibición de arias por parte de cantantes virtuosos, que se hacen muy necesarios.
El resultado de la representación ha sido aceptable, con una destacable dirección musical, una producción escénica simple y adecuada y un reparto vocal insuficiente, al estar formado por alumnos del Royal College of Music.
Lo mejor de la representación ha estado en su vertiente musical, dirigida por Laurence Cummings, que es a su vez el director musical del Festival Haendel de Londres. Su lectura me ha parecido más adecuada y brillante que la de su colega Christian Curnyn el día anterior en la Parténope de la ENO. Estamos ante un estupendo director en música barroca, que nos ha ofrecido una dirección sensible y emocionante en momentos. A sus órdenes estuvo la London Haendel Orchestra, que tuvo una destacable actuación, también superior a la que nos ofreció la orquesta de la ENO el día anterior.
El Britten Theatre del Royal College of Music es un pequeño recinto, con un aforo de unas 400 personas, y que ofrece pocas posibilidades escénicas. El británico William Relton sacó un notable partido del reducido escenario, trayendo la trama a tiempos modernos, con una lucha no ya entre Reyes de la antigüedad (Francos, Cimbrios y Suevos), sino entre pandillas urbanas. En general se puede decir que es una producción eficaz en el sentido de que sirve para narrar la complicada trama, que puede resultar tan absurda en la antigüedad como en tiempos modernos.
Como digo más arriba, el reparto vocal estaba formado por alumnos de los últimos cursos del Royal College of Music y, en general, dejaba que desear, ya que las exigencias musicales de la obra son notables.
La mejor impresión la dejaron la mezzo soprano Kamilla Dunstan en la parte de Faramondo y la soprano Amy Manford en la de Clotilde. La primera ofreció una voz de amplitud suficiente, bien timbrada, aunque no excesivamente atractiva, cantando con gusto, resolviendo las agilidades y mostrando buenas dotes escénicas. La segunda es una soprano ligera de timbre agradable, aparte de contar con una figura agraciada, cantando con gusto y resolviendo brillantemente las agilidades, aparte de mostrar buenas dotes escénicas.
El reto del reparto no pasó de ser un grupo de estudiantes. Justita la mezzo soprano Ashlyn Tymms en la parte de Rosimonda. Sin interés el barítono Julien Van Mellaerts como Gustavo. Todavía inmadura, Louise Fuller como Adolfo. Mejor actor que cantante el contratenor Tom Scott-Cowell en la parte de Gernando. Justito el bajo Timothy Edlin en Teobaldo y poco suelta Eleanor Sanderson-Nash en la parte episódica de Childerico.
El Teatro Britten ofrecía una ocupación algo por debajo del 90% de su aforo. El público se mostró complacido con la representación aplaudiendo sin entusiasmo a los artistas en los saludos finales.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 3 horas y 1 minuto, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 37 minutos. Tres minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 60 libras, habiendo butacas de platea desde 45 libras. La entrada más barata costaba 20 libras. Me parecen precios excesivos para cantantes noveles. José M. Irurzun
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