Un Mascagni desconocido en Guglielmo Ratcliff
GUGLIELMO RATCLIFF (P. MASCAGNI)
O’Reilly Theatre de Wexford. 28 Octubre 2015.
Pietro Mascagni es hoy en día prácticamente conocido como compositor de una sola ópera, Cavallería Rusticana, ya que todas las demás apenas se representan, con la única excepción quizá de L’Amico Fritz, que suele subir a algún escenario aislado en rarísimas ocasiones. Esto no ha sido siempre así, sino que su catálogo de óperas, que alcanza la cifra de 17 tuvieron su popularidad en la primera mitad del siglo XX. La que ahora nos ocupa, Guglielmo Ratcliff, se estrenó nada menos que en la Scala de Milán y con el propio Mascagni en la dirección, resultando un gran triunfo. Sin embargo, poco a poco la ópera ha ido quedando arrinconada hasta que ahora el Festival de Wexford ha decidido sacarla a la luz.
Estamos ante una obra de celos, pasiones, machismo y fantasmas, que se desarrolla en Escocia. La música resulta un tanto irregular, aunque tiene pasajes de gran calidad. Ya en el primer acto la música recuerda mucho a Cavallería Rusticana, resultando lo mejor con diferencia de la ópera el intermedio del tercer acto, página que suele ofrecerse en salas de concierto. El resto de la ópera no tiene la misma calidad y para mí viene lastrada por un libreto, que hoy resulta infumable. Andrea Mafefi es el autor del mismo y, como ya ocurriera en otros suyos, incluso musicados por Verdi, resulta exagerado y poco creíble. Los celos, los fantasmas (estamos en Escocia) y la violencia no resultan muy digeribles hoy en día. A ello tendríamos que añadir el hecho de que la ópera queda un tanto coja para los cantantes. Para empezar, el personaje de Guglielmo es uno de los más comprometidos para tenor, que requiere una auténtica voz de bronce y con una tesitura muy complicada. De los cuatro actos de la ópera aparece en los tres últimos. Más extraño es el caso de la soprano, el objeto de los celos del protagonista, que únicamente aparece en el primero y en el último acto. El barítono, Douglas el rival amoroso del protagonista, canta únicamente en los actos impares. El bajo lo hace únicamente en el primer acto y, finalmente, el enigmático personaje de Margherita aparece en los actos inicial y final. Sea por unas razones o por otras, el caso es que Guglielmo Ratcliff es una ópera hoy olvidada y me temo que seguirá así durante bastante más tiempo.
La nueva producción de debe a Fabio Ceresa, que hace un trabajo interesante y atractivo, basado en una escenografía de Tiziano Santi, siempre en tonos claros y separando los mundos de los fantasmas del de los humanos a través de un supuesto espejo. El vestuario de Giuseppe Palella es siempre en tonos claros y un tanto intemporal, remarcando también los aspectos fantasmagóricos de la trama. Adecuada la iluminación de Ian Sommerville. Uno de los inconvenientes de esta producción consiste en la necesidad de recurrir a dos descansos y una prolongada parada entre los actos I y II. La dirección escénica funciona bien, narrando adecuadamente la trama y ofreciendo una correcta dirección de actores.
Para mi gusto lo mejor del espectáculo ha sido la dirección musical del joven (36) maestro italiano Francesco Cilluffo. Dirigió con mano firme y nos ofreció una muy sentida lectura de los momentos más inspirados de la ópera, en especial un intermezzo verdaderamente inspirado. Obtuvo una muy buena prestación por parte de la Orquesta del Fetival de Wexford. Me parece un director a tener muy en cuenta.
El protagonista que da título a la ópera fue interpretado por el tenor italiano Angelo Villari. La verdad es que solamente enfrentarse a esta partitura ya merece todo el reconocimiento del aficionado. Exige un tenor tipo Otello, pero con una tesitura más tirante. La voz reúne las características exigidas por la partitura y resolvió con suficiencia todas las dificultades. Su musicalidad no me parecido excesiva y tampoco su elegancia cantando, pero no son sino aspectos secundarios, teniendo en cuenta las dificultades.
Mariangela Sicilia y Angelo Villari
Me ha dejado una buena impresión la soprano Mariangela Sicilia, que se ocupaba del personaje de María, ofreciendo una voz de soprano lírica atractiva y homogénea, cantando con gusto y entrega. No es una parte muy comprometida, ya que hasta el último acto casi no tiene nada que cantar.
La mezzo soprano Anunziata Vestri lo hizo bien en el enigmático personaje de Margherita, el aya de María, personaje que anda a medio camino entre los humanos y los fantasmas.
El barítono David Stout fue un Conde Douglas con una voz de no mucha calidad y con sonidos poco atractivos por arriba. El bajo italiano Gianluca Buratto ofreció una voz ancha y algo basta en el personaje de MacGregor, el padre de María.
En los personajes secundarios el tenor Alexandros Tsilogiannis lo hizo bien como Lesley. Adecuado, Quentin Hayes como el Tabernero Tom. Bien también Sarah Richmond como Willie.
El teatro estaba nuevamente lleno. El publico se mostró muy cálido con los artistas, siendo las mayores ovaciones y bravos para Francesco Cilluffo y Angelo Villari.
Annunziata Vestir con los fantsmas
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración total de 3 horas y 2 minutos, incluyendo dos descansos. Duración musical de 1 hora y 56 minutos. Hay un claro desequilibrio entre la duración musical y la total. Cinco minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara costaba 145 euros, siendo el precio de la más barata de 25 euros. José M. Irurzun
Fotos: Clive Barda
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