Un musical outsider
Un musical outsider
No deja de ser curiosa la forma de pasar inadvertido un proyecto musical de nueve millones de euros estrenado en España con sólo algo más de un mes programado en la cartelera. “El último jinete” responde a la pretensión de crear un musical de gran formato y no se han escatimado esfuerzos. La idea es simple: se presenta una temática capaz de encontrar patrocinadores, se forma un equipo con nombres de prestigio y se promueve un estreno con la asistencia de las más altas personalidades. Se cuenta una historia que parece querer reflejar la reconstrucción del Reino de Arabia y se consigue financiación del príncipe saudí Salman bin Abdelaziz. Se juntan Ray Loriga en la dramaturgia, John Cameron y Albert Hammond en la creación musical, Morgan Large en la escenografía, Karen Bruce en la coreografía y Victor Conde en la dirección, con producción de André Vicente Gómez. Se ensaya en Arganda del Rey y se presenta en los Teatros Canal antes de partir para el West End. Al estreno acude la Reina, los ministros Morenes y Wert, principes saudies… Luego cinco semanas con un aforo que deja que desear.
Cierto es que el argumento –un jinete buscando su corcel por Arabia e Inglaterra- da para poco, que no acaba de estar bien contado, que las escenas resultan a veces inconexas, que abundan los tópicos y que, en definitiva, deja en el espectador exigente una sensación de pastiche algo largo. Pero también en cierto que el espectáculo ofrece brillantez, que los decorados y el vestuario impresionan, que la coreografía es digna, que varios números musicales resultan atractivos y que los interpretes alcanzan el notable. Y, sobre todo, que tanto en el West End londinense como en el Broadway neoyorquino hay muchos musicales de peor factura para los que los españolitos hacemos cola y pagamos más de 200 euros. En Madrid la entrada más cara son 65 euros, con descuentos múltiples: para mayores de 65 años, menores de 18, packs 3×1, etc. Y el teatro no se llena. Hoy la última función.
Es el problema de los espectáculos que se salen del circuito habitual. Seguro que en la Gran Vía y de la mano de Stage habría cosechado llenos diarios durante meses. Como es el problema de los conciertos sinfónicos fuera del Auditorio Nacional o incluso dentro de éste pero fuera de los tradicionales abonos. Posiblemente la venta habrá tenido mucho que ver en las cancelación de Elina Garanca tanto en Madrid como en Barcelona. La vida ya no es posible sin el marketing.
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