Un Real descubrimiento
Temporada del Teatro Real
Un Real descubrimiento
“Ildegonda” de Arrieta. A.M.Sánchez, J.Bros, C.Álvarez, M.Cantarero, S.Palatchi, A.Rodríguez. Orquesta y Coro Titular del Teatro Real. Director: J.López Cobos. Teatro Real. Madrid, 17 de junio.
Las recuperaciones son siempre peligrosas. Se suele decir que “lo que está enterrado está bien enterrado”. Por eso hay que analizar bien las partituras antes de proceder a ofrecerlas al público y por eso convienen primero las versiones de concierto que las representadas, a las que sólo se debe acudir cuando la escena aporta algo. Pero el refrán no siempre se cumple: “Merlín” tenía su interés e “Ildegonda” también. Los empresarios que manejaron el Teatro Real bajo la influencia de Ricordi hicieron un flaco servicio a nuestra música. Las óperas españolas se programaban en italiano, al final de la temporada, con los calores del verano y con los restos de todo. Así no podían triunfar. “Ildegonda” la escribió Arrieta en la veintena y con ella ganó un premio en Italia. Se representó en el Real y se olvidó. Verdi estrenaba “Nabucco” por la misma época y con el mismo libretista: el inefable Temistocle Solera.
No estamos ante un ópera española sino totalmente italiana. Hay en ella ideas muy válidas y hasta novedosas para la época –un concertante casi al inicio, los recitativos incorporados a la melodía- inspiración y oficio, con páginas de lucimiento para cada uno de los cuatro protagonistas. Se respira mucho Donizetti, entonces en pleno triunfo, en arias y dúos, con unas frases mágicas de gran aliento -“Tu non sai quanto’io sofría”, para mí el mejor momento de la obra- en el segundo dúo soprano-tenor y el primer Verdi en los concertantes de ritmos tan marcados como variados. La sensación final es, estilos musicales aparte, la misma que produce el segundo acto de la “Gioconda” de Ponchielli: una sucesión de escenas a cada cual más brillante y sin un momento de decaimiento. Todo un Real descubrimiento.
Y claro, un vivo aplauso para los responsables del teatro, que puestos a una resurrección se han entregado totalmente a ella, empezando por el mismo López Cobos, que es quien tomó la decisión a la vista de la partitura recibida de Emilio Casares. Él dirigirá también la “Elena y Constantino” de Carnicer la temporada próxima. Muy bien la orquesta y un poco menos los coros. ¡Y qué reparto! La extensa partitura de la protagonista le viene como anillo al dedo a Ana María Sánchez, que la canta con convencimiento y mucha fuerza. Lo mismo hay que decir de Carlos Álvarez, exhibiendo la profundidad de su timbre en un papel entre barítono y bajo y de Mariola Cantarero, con un aria recuperada y reorquestada para su lucimiento. Stefano Palatchi y Ángel Rodríguez redondean el reparto con sus pequeñas intervenciones. Dejo para el final, muy a propósito, a José Bros. Sencillamente, es inimaginable que se pueda cantar mejor su parte. Estupenda aria, cabaleta y soberbios los dúos con Sánchez. El público se entusiasmo con intérpretes y partitura hasta perdonar el retraso de media hora en el inicio a causa de la indisposición de un segundo oboe.
¿Debe ahora ser representada? El libreto es infumable, pero cierto es que también lo son muchos otros de óperas de repertorio. De momento será grabada para compacto y el sello RTV tiene un tesoro: una obra de interés, brillante y amena con un reparto de lujo. Deberían pensarse muy bien su distribución y lanzamiento internacional. Gonzalo ALONSO
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