Un ridículo penoso (versión ampliada)
Un ridículo penoso
De la situación absolutamente absurda a la que ha llegado España por culpa de políticos incompetentes, incapaces de ver el daño que sus decisiones o falta de ellas provocan en el presente y provocarán aún más en el futuro, nos da un ejemplo la cancelación de la ópera “Roger de Flor” en el Palau de la Música de Valencia. Ya nadie sabe qué es mejor, si actuar o mirar para otro lado, cuando lo mejor siempre es coger el toro por los cuernos. Nadie quiere un problema o enfrentamiento inmediato, sino que se sigue la táctica de paños calientes: ya se verá –lo verán otros- lo que pase en el futuro. Así, seguro, el Tribunal Constitucional resolverá -o, probablemente, no resolverá- sobre el estatuto catalán.
Rita Barberá quizá haya tomado la mejor decisión posible cancelando “Roger de Flor” una vez que la situación llegó donde llegó. Lo triste es precisamente haber llegado a ella. El texto de la ópera de Chapí, que se iba a recuperar para la festividad del 9 d’Octubre, contiene frases de alabanza al pueblo catalán que algunos consideraron –y no sin cierta razón- que podrían provocar disgusto a un sector del público valenciano. ¡Que tremendo que el elogio a una parte de España pueda herir a otra parte de ella! A esto hemos llegado. Para evitar un posible enfrentamiento se cambiaron aquellos textos, sustituyéndolos por alabanzas a los pueblos valenciano y aragonés, de forma análoga a como se hace en Alemania con la frase “muerte a los alemanes” que se sustituye a veces por “muerte a todos”. Pero en el caso valenciano la cuestión es bien diferente ya que se trataba de un elogio lo que había de alterarse. Y, alterar un par de palabras y ninguna nota no es un pecado. Más pecado es cortar escenas o compases enteros, como se suele efectuar y de hecho se iba a efectuar en “Roger de Flor” sin que nadie se enterase ni pusiese el grito en el cielo. Pero allí estaba la oposición para enredar a través de una biznieta de Chapí que, al parecer, amenazó con llevar un juez que parase el concierto si se cambiaba el texto. De los cortes musicales ni supo, como tampoco de la prescripción de los derechos de Chapí o sus sucesores sobre la partitura. Pero el juez –y depende de qué juez, ya saben- habría ido, posiblemente se habría paralizado preventivamente el acto y luego para nada. Más razón, en parte, tenían los miembros del coro con parientes catalanes a quienes disgustaba la desaparición de las alabanzas.
Repito, triste y bien triste que la España de la reconciliación, aquella España por la que todos luchamos en la transición, se desmorone de esta forma y que los diferentes pueblos de la que fuera una de las primeras naciones europeas puedan acabar a la greña aunque, de momento, sólo desafinen. ¡Que no se enteren en Europa que aquí, por una simple susceptibilidad, se puede suspender una ópera ni tampoco que, obviamente, nos sobra el dinero para pagar el 50% a todos los artistas que iban a participar aunque no lo hayan hecho!
Gonzalo Alonso
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