Un Trovador rutinario
Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 20 de julio 2017.Un Trovador rutinario
Estos comentarios se refieren al primero de los repartos programados, que no ha sido superior vocalmente al primero (pueden verse en este mismo artículo más abajo), sino casi se puede decir que todo lo contrario. Un Trovador en la más pura rutina.
Me resultó sorprendente la actuación de la soprano americana Kristin Lewis en Leonora. Hace ocho años que la vi en este mismo personaje y entonces me pareció una prometedora soprano, con voz atractiva y adecuada y manejando bien su instrumento. A pesar de su edad, queda muy poco de ello. La voz ha perdido calidad, está apretada y su afinación es más que dudosa en más de un momento. Lo peor de su actuación fueron la dos cabalettas.
Ha sido ésta la única representación en la que Azucena ha sido Larissa Kostyuk y la verdad es que ha dejado bastante que desear. Tiene un vibrato muy molesto y la voz tampoco vale mucho..
El Liceu ofrecía una ocupación de alrededor del 80 % de su aforo. El público dedicó los mayores aplausos a Artur Rucinski, no pasando los demás de la cortesía.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 45 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 11 minutos. Seis minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 245 euros, habiendo butacas de platea desde 131 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 47 euros. José M. Irurzun
Gran Teatre del Liceu de Barcelona. 18 Julio 2017.
Cierra el Liceu su temporada de ópera con un título popular y de gran repertorio, como es el Trovador de Giuseppe Verdi. Se han programado dos repartos distintos y estos comentarios corresponden al segundo de ambos, aunque no creo que vaya a haber mucha diferencia de calidad entre uno y otro. El resultado artístico de esta representación ha sido un tanto modesto, con una producción de escaso interés, una dirección musical que no fue más allá de la eficacia y un reparto vocal de escaso brillo.
Estas producciones de corte tan minimalista, por no decir nihilista, requieren una gran dirección de escena para no hacer agua y Joan Antón Rechi no lo consigue. La dirección de actores es bastante prosaica y la dirección de masas resulta insuficiente. Posiblemente, el mayor mérito de la producción es el de su reducido coste, ya que casi parece más una versión de concierto con trajes.
Al frente de la dirección musical estuvo una vez más el milanés Daniele Callegari, que volvía al Liceu tras 4 años de ausencia. Su lectura ha sido tan eficaz como tantas otras suyas, pero hace falta más que eficacia para dirigir Verdi. La Orquesta del Liceu estuvo por debajo de lo que nos ha ofrecido en otras ocasiones en esta misma temporada. Tampoco ofreció brillo especial el Coro del Liceu.
La mezzo-soprano rusa Ekaterina Gubanova suspendió en la parte de Azucena, al parecer por razones personales, lo que puede querer decir cualquier cosa. Su sustituta fue la americana Marianne Cornetti, cuya actuación me resultó decepcionante. Hacía dos años que no la veía en vivo y en este tiempo su estado vocal ha empeorado de manera evidente. Hoy tiene un vibrato molesto y sus notas altas son destempladas y gritadas.
El barítono rumano George Petean fue un Conde Luna sin mayor interés. Hay poca elegancia en su canto, aunque la voz tiene una cierta calidad.
En los personajes secundarios Albert Casals lo hizo bien como Ruiz, así como también María Miró en Inés.El Liceu ofrecía una entrada de alrededor del 85 % de su aforo. El público se mostró cálido con los artistas, siendo los mayores aplausos para Marianne Cornetti.
La representación comenzó puntualmente y tuvo una duración de 2 horas y 45 minutos, incluyendo un intermedio. Duración musical de 2 horas y 12 minutos. Siete minutos de aplausos.
El precio de la localidad más cara era de 245 euros, habiendo butacas de platea desde 131 euros. La localidad más barata con visibilidad costaba 47 euros. José M. Irurzun
Fotos. A. Bofill
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