Festival Ópera Coruña
Un “Turandot” de agudos
“Turandot”de Puccini. Lise Lindstrom, M. Geordani, C. Gallardo-Dómas, L.Faria, G.Guagliardo, F.J.Pardo, M.Atxalandabaso, A. Feria, P.Carballido. Coro y Orquesta Sinfónica de Galicia, Coro de nenos da OSG. C.Kaige y A. Aguilera, dirección de escena. M.Gómez Martínez, dirección musical. Palacio de la Ópera. La Coruña, 20 de septiembre.
El LVII Festival de Ópera de La Coruña, uno de los más veteranos de España, alcanza un gran nivel en esta edición. Todavía resuenan los éxitos de “Puritani” con un Celso Albelo que triunfó a lo grande y del recital de Leo Nucci, una auténtica convulsión, cuando de nuevo subió el entusiasmo al Palacio de la Ópera con una “Turandot” equilibrada y digna de cualquier teatro de primera fila.
La producción provenía del Palau de les Arts y lleva la firma del cineasta Chen Kaige. Respondió a lo que es siempre esperado en esta obra: la espectacularidad. Más visible si se quiere en vestuario y decorados que en la acción escénica teatral, ésta con más de una inconsistencia. Entre ellas la doble muerte del príncipe de Persia o la de Liú, pero también la poco enigmática princesa Turandot, demasiado mezclada con el pueblo. Sorprendentemente casi toda la producción cupo en el escenario gallego, aunque hubo algunos cambios, fundamentalmente al final del tercer acto.
Causó excelente impresión la californiana Lise Lindstrom, que debutaba en España y que cantará próximamente el mismo papel en el Metropolitan. Reúne presencia y voz para el personaje, lo que no es poco. Tanto ella como el tenor Marcello Giordani lucieron registros agudos poderosos, consistentes, con muy buena proyección. Los “does” del dúo de los enigmas recordaron los viejos tiempos y es que el modo de cantar de Giordani recuerda al tenor tradicional italiano. Coronó el “Nessun dorma” con un calderón interminable y el teatro se vino abajo. A menor nivel queda el registro grave de ambos. Cristina Gallardo-Dómas sustituyó a la indispuesta Ainhoa Arteta en lo que significaba su regreso a los escenarios tras la inactividad causada por una artritis. Volvió a demostrar la madera de artista, la capacidad de comunicar y transmitir sentimientos, con algunos pianos que siempre han sido especialidad de la casa. Muy correcto el resto del reparto.
Pero el éxito no habría sido posible sin la modélica dirección de Miguel Ángel Gómez Martínez, cuidando muchísimo tempos y dinámicas para adecuarlos a los cantantes conservando toda la fiereza de la partitura. Lo reitero nuevamente: es incomprensible su escasa presencia en los fosos españoles. La entrada de la Sinfónica de Galicia en el Festival es una gran noticia. Llenos totales y público entusiasmado, quizá lo que le falta al vecino Festival Mozart. Gonzalo Alonso