Una anécdota en torno a Vísperas sicilianas
Corría el año 1974 y la pareja Domingo & Caballé cantaban una vez más juntos en el Liceo. Era diciembre, la fecha que ella, en plenitud de su fama, reservaba todos los años para estar en casa y ofrecer a su teatro auténticas primicias: los papeles que luego cantaría por todo el mundo. El año anterior habían cantado un extraordinario “Baile de máscaras” junto al ya veterano Cornell MacNeil. En esta ocasión ella aparecía tras una de sus numerosas intervenciones quirúrgicas. Plácido Domingo debutaba como Arrigo. Caballé no quería tanto ensayo porque se encontraba débil, mientras que Domingo quería todos. Cedió ella.
Pero llegó la hora de la verdad y ese día el tenor no estaba en forma. En su último dúo él flojeó y ella puso toda la carne en el asador, dejándo extenuado a su compañero, que se agarró un enfado monumental. No queremos recordar aquí los insultos tremendos. Testigos: Eva Queler, directora de orquesta y Justino Díaz. Ésta, junto al emergente José Carreras, fue la causa que los tuvo separados durante años, hasta que los fastos de las olimpiadas de Barcelona y la Expo de Barcelona les volvieron a unir crematísticamente.
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