Una imprevista vida musical
Una imprevista vida musical
Hoy, 13 de junio de 2023, a los tres meses de mi 73 cumpleaños, pongo el título al libro que me ocupará los próximos meses, quizá años. Acabo de salir del primer ensayo con orquesta de “Luisa Fernanda” en el Teatro de la Zarzuela y de vivir tanto lo que es la música en sí como los entresijos que la rodean. He disfrutado enormemente con el trabajo que en el foso está realizando Miguel Ángel Gómez Martínez, con la sutileza del fraseo canoro de Ismael Jordi, con el poderío de Juan Jesús Rodríguez y con el descubrimiento de Carmen Artaza, que sustituye a una indispuesta María José Montiel y, sobre todo me han emocionado pasajes como “Montaraza de mis montes…”. No hay arte que arrastre más que la lírica.
Y he compartido los entresijos de una función, no ya por las repeticiones de compases buscando la perfección o el cabreo de Gómez Martínez con unas bombas que claramente perjudicaban la música, sino también por las circunstancias en las que un director de teatro se encuentra en ocasiones y cómo ha de resolverlas. Y he podido admirar la generosa reacción de Daniel Bianco ante la problemática que le ha ocasionado la indisposición de Montiel.
Todo ello, por fin, me ha decidido a empezar con mis memorias musicales. Las memorias de alguien que no deja de ser un raro ejemplar en el mundo musical. ¿Qué pinta un doctor ingeniero industrial y master en economía y dirección de empresas por el IESE escribiendo críticas musicales desde los 24 años en El País, El Mundo, el ABC, la Razón, Ritmo o fundando la revista web Beckmesser.com?
Todo eso se lo explicaré al principio, unos principios que tengo que agradecer a la familia Rodríguez Polo, a Jesús Polanco y a Luis María Anson muy especialmente. Y, a partir de ahí, conocerán cómo pude evitar que Miguel Angel Cortés cerrase el Teatro de la Zarzuela, ese que se ve ahora perjudicado por el adelanto electoral en su declaración como Patrimonio Cultural inmaterial. También cómo fue el cambió del Teatro Real para pasar de sala de conciertos a teatro de ópera tras años de cierre y obras, con intereses personales muy evidentes, pero mayoritariamente desconocidos. O cómo se produjeron los cambios en sus patronatos. Cómo Esperanza Aguirre me hacía entrar por un acceso privado en el Ministerio de Cultura para discutir los problemas de teatro. Mucho de cuanto Helga Schmidt hubo de trabajar para poner en marcha el Palau de les Arts y cómo fue maltratada. O las circunstancias en las que murió en mis brazos el crítico Antonio Fernández Cid en plena conferencia en ABAO. Tantas y tantas cosas que empezaron cuando un día escuché la voz de Montserrat Caballé en “Roberto Devereaux” en la Zarzuela, cuando después compartí muchas de las funciones que cantaba por Navidades gratuitamente en el Liceo gracias a Juan Antonio Pamias, con quien mantuve una amistad que me permitió vivir escenas increíbles en ensayos o funciones. Luego, mi querida Teresa Berganza, con quien almorzábamos los viernes ambas familias en un cuchitril en San Lorenzo de El Escorial. En fin, mis entrevistas con Karajan, Solti, Giulini, Abbado, Domingo, las citadas y tantos otros grandes. Todo ello espero hacérselo llegar y para mí será un auténtico disfrute recordar aquellos años musicales de oro y espero lo sea también para ustedes. Gonzalo Alonso
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