Una tensa Elektra
Quincena Musical Donostiarra
Una tensa Elektra
“Elektra” de Strauss. D.Polaski, A.Schwanenwilms, R.Runkel, A.Walter, S.Jerusalem, etc. Orquesta Sinfónica de la Radio Colonia (WDR). S.Bychkov, director. Auditorio Kursaal. San Sebastián, 27 de agosto.
No es el Kursaal el lugar perfecto para presentar óperas pero, como los géneros audiovisuales están de moda, la Quincena no puede permanecer de espaldas a la lírica. De ahí que días atrás ofreciese “Un baile de máscaras” de escenografía minimalista y ahora “Elektra” en versión de concierto. Este formato plantea una terrible problemática para algunos solistas en determinadas obras. En la de Strauss para su protagonista, que ha de permanecer casi dos horas en primer plano, cantando sin casi reposo y sin poder salir ni un momento del escenario. Algunas frases musicales especialmente complicadas pueden camuflarse con la ayuda de la actuación, lo que en un concierto es inviable. De ahí el mérito de Deborah Polaski. A veces se ha escrito de su tendencia al grito pero Elektra da pié a ello y, de otro lado, la soprano fue capaz de controlarse. En todo caso es muy difícil escuchar hoy una Elektra superior y lo afirma quien ha visto en el papel a Nilsson o Bjöner. Todo el reparto femenino tuvo la misma primera clase, desde la delicada pero potente Chrysothemis de Anne Schwanenwilms hasta la madura e impactante Klytämnestra de Reinhild Runkel, pasando por cantantes de tan alto nivel como Birgitta Svenden para un papel secundario como el paje de la anterior. Alfred Walter aportó rotundidad a Orestes, mientras que Siegfried Jerusalem se adaptó a un Egisto de autoridad.
La Orquesta Sinfónica de la radio de Colonia es una muy buena agrupación que admira por su cohesión y precisión. Semyon Bychkov dirigió con fuerza, marcando sus prioridades en los efectos dramáticos y cosechó, como todos los participantes, una ovación de las de gala. Sin embargo Strauss dejó muchos más detalles en la partitura. Su orquestación, con 111 instrumentos la más amplia de las del compositor, no evita la abundancia de sutilezas. Así, por ejemplo, en el tratamiento de la cuerda. Sus 24 violines y 18 violas se dividen cada una en tres secciones de 8 y 6 atriles respectivamente, pero 6 violas han de doblar a los violines en dos momentos cumbres –la escena de Orestes y el final- y así existen otros muchos detalles que reflejan la intención del compositor de que no todo sea violencia y tensión. Y es que la tensión constante deja de ser tal. de ahí las contraposiciones lírico dramáticas en los tres dúos principales. A Bychkov se le escapó reflejar tal dualidad, con lo que quizá su versión abrumó demasiado, pero fue en cualquier caso una “Elektra” de excepción, cuyo estupendo libreto pudo seguirse gracias a los subtítulos. Gonzalo Alonso
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