Una tentación
Una tentación
Asistí de incógnito a la primera de “De la casa de los muertos” de Janacek en el Teatro Real. Al final aplausos de cortesía y algunos bravos aislados de media docena de forofos. También muchos comentarios reveladores con la boca pequeña, casi musitados, para que no los escuchase más que el destinatario: “confieso que me supera”, “ni entiendo ni me gusta esta música”, “Si ni el autor la llegó a escuchar”, “y esto al mismo precio que un Verdi” o simplemente “esto no es lo mío”. Pero aplaudían. Y lo hacían por una mezcla de razones: no quedar como “fachas”” y respeto a la razonable factura del espectáculo. Y las alturas del Real más hinchados que el pavo navideño: “ni una protesta, nada de escándalos, qué distinto del Don Juan”.
Evidentemente resulta mucho más arriesgado programar un “Rigoletto”, porque el que más y el que menos lo ha escuchado en disco en su casa y, si no ideas totalmente definidas, sí posee una referencia. En cambio, ¿cuántos habían escuchado antes en su casa el Janacek de principio a fin? De ahí que pueda protestarse mucho más fácilmente un “Rigoletto” que un “De la casa de los muertos”.
En el Real se puede caer en la tentación de recurrir a repertorios como el contemporáneo o el barroco para evitar unas polémicas que, por otro lado, han sido siempre la esencia de la ópera. Sería un craso error, una huída hacia adelante. Los abonos acabarían por menguar. Porque, no nos engañarnos, muy pocos espectadores habrían pagado cuatrocientos euros en taquilla para ver el Janacek. Simplemente tenían el abono o una empresa les había regalado las entradas.
Voy a plantear una pregunta bien simple: si no se conociesen previamente ninguna de las óperas citadas, ¿cuál es la que al público le gustaría más en presentaciones de calidad paralela? Ahí está el verdadero reto de cualquier teatro: ofrecer en condiciones el gran repertorio. Eso es lo difícil, pero también lo meritorio. Lo otro, si pasa de su justa medida, no deja de ser un engaño, una forma de ir a lo fácil quitándose problemas de en medio.
Sé que, para variar, estas líneas no sólo no gustarán en el Real, sino que incluso alguno las verá como un ataque personal. Sería muestra de inseguridad, porque tomen nota señores, desde estas líneas sólo deseamos ayudarles. BECKMESSER.COM
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