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Por Publicado el: 10/01/2023Categorías: Colaboraciones

Lo que une a Maria Callas con La verbena de la Paloma

Este 2023 se cumplen cien años del nacimiento de la divina soprano y otros tantos de la muerte del gran compositor Tomás Bretón, autor de la zarzuela de Julián, Casta y Susana. Al tiempo que ella venía al mundo, él se despedía. Fue el mismo día, un 2 de diciembre de 1923. Paradojas de la vida, que se dice. O casualidades.

Breton-y-Callas

Bretón y Callas

El imperio de los felices veinte estaba entonces en pleno apogeo. Acabada la Gran Guerra (y lejos, imposible siquiera de vislumbrar aún, la Segunda) el personal ansiaba más que nada en el mundo solazarse y disfrutar de la vida, si era bebiéndosela a sorbos, mucho mejor. El respetable demandaba risa, chanza y jolgorio. Y los artistas del momento, conocedores de que la mina estaba allí, dieron rienda suelta a la creación. El 2 de diciembre, aún por llegar el invierno, el maestro Tomás Bretón se despedía del mundo en Madrid. Moría con las botas puestas, con una carrera fructífera y respetada (polémicas con el Teatro Real a un lado) en el mundo de la música, una gavilla de grandes piezas (aunque pasara a la posteridad por archifamosa La verbena de la Paloma, que el propio autor consideraba una pieza menor, escrita en muy poco tiempo, pero rabiosamente popular) y su idea, que defendió hasta el final de sus días, de reivindicar como se merecía y le correspondía, a la ópera española (influido por la corriente nacionalista del momento), lo mismo que se hacía con la italiana, la alemana o la francesa. Dejó como ejemplo Los amantes de Teruel, estrenada con bullicio en 1889 (hasta le tacharon de masón y atribuyeron su éxito a esta influyente sociedad) después de pasar años olvidada en algún ángulo oscuro del Real, y a la que Pérez Galdós consideró como “lo mejor que hasta ahora se ha escrito por músicos españoles en el género lírico serio” (¿para cuándo una recuperación?).

Un niño que tocaba el violín

Bretón y Hernández, salmantino de nacimiento, procedía de una familia de extracción humilde, con pocos posibles, como se decía en la época. Se quedó huérfano con apenas dos años. La de Maria Callas no fue tampoco una cuna pudiente. Sus padres se separaron y de Nueva York, ciudad donde nació, concretamente en el Flower Hospital, se trasladó con su madre y hermana a Atenas. Desde temprano ambos destacaron en el mundo musical. Él se ganó la vida casi entrando en la adolescencia (no tendría más de 12 años, quizá alguno menos) tocando el violín en teatros y bares. La Callas, con una voz que apuntaba alto, estudió sin descanso (de eso se ocupó sin el menor miramiento su atosigante y cruel madre) para hacerse un hueco en el mundo del arte. Y vaya si lo consiguió. Si la vida de ambos estuvo llena de luces y sombras, estas fueron bastante más acusadas en el caso de la soprano, un icono a la altura de La Gioconda o Marilyn y por cuya garganta desfilaron papeles tanto líricos como dramáticos.

Callas murió como vivió, sola, a pesar de estar rodeada de cientos de aduladores, admiradores, fanáticos que morían por tocar una brizna de piel de la diva. Dejó de existir en su apartamento del Distrito XVI de París a los 53 años. Era una mujer joven que había aparcado el escenario cuando su carrera estaba en lo más alto. Se dejó ir y se consumió entre los fantasmas del pasado y las alucinaciones del presente, envuelta en pesadillas que llevaban el apellido Onassis. Su muerte copó titulares de medios de comunicación y sus fotos, serena unas veces, Tosca otras, se difundieron por todo el orbe. Tomás Bretón falleció en su piso de la Calle Campomanes de Madrid. Cuando el maestro Arbós se enteró, detuvo el concierto que estaba dirigiendo e interpretó la famosa Jota de su ópera La Dolores, que en unas semanas podremos ver en el Teatro de la Zarzuela (a partir del 27 de enero se representarán 13 funciones), uno de los escenarios donde el compositor disfrutó de grandes triunfos. Las condolencias se sucedieron para quien empeñó su vida en dignificar la música española.

Angelina Callas

El autor de la ópera Guzmán el bueno, estrenada en 1876, hito de juventud de su prolífica carrera, era un entusiasta del ajedrez que jugaba em el madrileño Círculo de Bellas Artes y fundó y presidió el Círculo de Ajedrez de Madrid a finales del siglo XIX. No se quedó en tablas, no. De Callas, con una vida de película, se baraja ya el rodaje de una nueva cinta que recogerá los últimos años de su existencia, los más duros, con Angelina Jolie en el papel de la diva. El título será Maria y el director, Pablo Larraín. Será uno más de los cientos de homenajes que este año celebren y recuerden a quien fue una de las grandes sopranos que ha dado la ópera. También se inaugurará su museo en Atenas, coincidiendo con la fecha de su nacimiento. Habrá que esperar, pues, a finales de 2023.

Callas y Bretón recorrieron el mundo, más a lo ancho y largo la cantante, aunque el segundo no se quedó atrás, pues llegó a estrenar en el Teatro Colón de Buenos Aires, donde dirigió La Dolores. No sabremos nunca cómo el español habría asistido al éxito sin precedentes de Maria la griega, mujer apasionada y fría al tiempo que salió por la puerta de atrás de la Ópera de Roma cuando la Norma que interpretaba se le atragantó, año 1958. Dio portazo y dejó en la butaca y plantado al presidente de la República. Para entonces el compositor llevaba ya unos cuantos lustros bajo tierra. Sin embargo, cada uno en su parcela, dieron de sí lo máximo, disfrutaron con su arte, vivieron episodios duros en sus vidas, más ella, a quienes los hombres, o uno, sobre todo, utilizaron a su antojo, amaron y se dejaron querer y su legado pertenece a la Historia. Gema Pajares

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