Universo Barroco: Un “Orfeo y Euridice” apasionante
Universo Barroco
Un “Orfeo y Euridice” apasionante
“Orfeo y Euridice” de Gluck. Bejun Mehta, Chiara Skerayh, Anna Quintans. Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana y Les Musiciens du Louvre Grenoble. Marc Minkowski, director. Auditorio Nacional. Madrid, 16 de febrero.
Hay críticas muy fáciles de escribir y ésta es una de ellas. Sucede cuando todo rueda a la perfección y no hay nada que objetar, como en el “Orfeo y Euridice” ofrecido por el CDMC dentro de su ciclo “Universo barroco”. Era algo totalmente previsible, dados los participantes, encabezados por Marc Minkowski (París, 1962). El maestro parisino ha logrado lo que muchos pintores con su paleta y muchos menos directores con la batuta. Ha “inventado” un sonido personal en sus lecturas barrocas que lo identifican plenamente por su solidez, impulso y tensión. Les Musiciens du Louvre Grenoble son agrupación con quien la compenetración es total. Hay tres directores que encabezan hoy la interpretación de este repertorio y es simple cuestión de gustos la preferencia de uno u otro: William Christie, René Jacobs y Minkowski. Pero hubo una sorpresa en el concierto: la magnífica actuación del Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana, dirigido por Jordi Casas durante 21 años y ahora en manos de Josep Vila.
Chiara Skerath como Euridice y Ana Quintans como Amor fueron respuesta espléndida, con sus voces frescas y cálidas, a la impresionante intervención de Bejun Mehta (Carolina del Norte, 1968). He de reconocer que los contratenores no entran en el capítulo de mis debilidades, pero ante el americano hay que descubrirse. Su voz es natural, nada forzada, con agudos y, lo menos frecuente, graves, que se proyecta con facilidad. Minkowski le hizo subir al podio para recibir las merecidas aclamaciones. Triunfo total para una obra ofrecida sin descanso y, quizá, a la excesivamente temprana hora de las seis de la tarde. Sólo cuando los músicos se levantaron de sus asientos, tras muchos minutos de ovaciones, comenzó el público a abandonar la sala. No podía ser de otra forma tras la inspirada lectura de los ballets, las corales o esas tres arias tan especiales: “Che fiero momento” de Euridice, “Che puro ciel” y la célebre “Che faró” de Orfeo. ¡Bravo! Gonzalo Alonso
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