Critica: Velada de contrastes con la Euskadiko Orkestra
CRÍTICA: LA EUSKADIKO ORKESTRA EN EL KURSAAL
VELADA DE CONTRASTES
Fecha: 21-III-2024. Lugar: Auditorio Kursaal. Programa: At the Aegean shores (A las orillas del Ego) de Saskia Benegas Aernouts; Peter Grimes, Op. 33ª, Four Sea Interludes, de Benjamin Britten; Alexander Nevsky, Op. 78, de Serguéi Prokófiev. Orquesta: Euskadiko Orkestra. Coro: Orfeón Donostiarra (director invitado, Alfonso Huarte). Solista: Alisa Kolosov, mezzosoprano. Director musical /maestro concertador: Pablo Gómez.
El evento musical que en estas líneas se valora queda encuadrado, dentro de la temporada 2023/2024 de la Euskadiko Orkestra (Orquesta de Euskadi), en un sólido caleidoscopio de contrastes, dado el rotulo colocado sobre el mismo, ‘Venegas / Prokofiev’, dejando en manifiesto olvido al siempre atractivo británico Benjamín Britten. ¿Cuestión de titulación genérica? ¡Vaya usted a saber qué intencionalidad ha habido en ello! Sea cual fuere, ya en el acceso de al Kursaal donostiarra se hizo patente, mediante el uso de silbatos, la disconformidad de un nutrido grupo manifestando su rechazo a la programación de la obra de Prokofiev Alexander Nevsky, por su trabazón belicista, a la luz de la cruel guerra invasora de Rusia sobre Ucrania.
La violinista y compositora Saskia Venegas, presente en la sala, creó, desde su compromiso de rechazo frente a las injusticias sociales, en 2.027, la obra At the Aegean shores (A las orillas del Ego), tras su voluntariado, como cooperante un año antes, en la isla de Lesbos. En esta ocasión la obra ha sido objeto de una posterior revisión que le ha dado una duración de 156 segundos más, a los 5’ 44’ primigenios. La composición es tremendamente descriptiva encerrando armonías de llevan a conceptos melódicos suaves cual el descanso del agua ya en la orilla, en potente ruptura con el desgarro de la pérdida de vidas por causa de la migración marítima. Pese a la brevedad aludida, tanto director como orquesta dieron el adecuado marchamo a la tragedia de muerte que trasluce el pentagrama.
Los artistas de verdad siempre refulgen en los momentos difíciles. Tal ocurrió en esta ocasión con el director ovetense Pablo González, quien pese a la tensión emocional de saber que su progenitor se encuentra -allende Asturias- en horas postreras, se encaró, desde el podio, ante el atril con plenitud en la elegancia, dejando que la orquesta mostrase, con poder, a un Britten en el sinfonismo de los Cuatro Preludios Marinos, luciendo una refinada descripción de la mar de Aldeburh cual estuviera ante los ojos del ensoñado, rudo y valiente marino Peter Grimm. Así resultó deliciosa la tocata presentada por la madera orquestal en el Interludio II. Palpable fue la limpia atmósfera creada por González en los silentes sonidos de las flautas y del arpa en el Interludio III, Claro de luna. La tragedia del drama lírico se hizo carne en La tempestad que titula el Interludio IV, en plenitud tronante modo de colofón de una orquesta totalmente entregada a la batuta rectora, siempre dotada de esta precisión lujosa de marcar siempre ‘medio segundo antes’, como enseñaba Bernstein.
La cantata que Serguéi Prokófiev compuso, en el invierno de 1.938/1.939, para mezzosoprano, coro y orquesta, opus 78, titulada Alexander Nevski, nace de la impactante música que escribió para la película homónima un año antes que viera la luz bajo la dictadura del soviet ruso. La presencia en el papel pautado de un fuerte cromatismo, casi siempre embridado en el viento metal y en el coro, hacen de esta obra una pieza de referencia indiscutible, fuera de todo posicionamiento ideológico. Estamos ante una composición bien conocida por el Orfeón Donostiarra y por la orquesta patrimonial vasca. Ambas instituciones hicieron gala de un ejemplar hacer, incluso en momentos de suma tensión cuando Pablo González hizo resaltar las disonancias tímbricas en el quinto movimiento La batalla sobre el hielo. En el sexto movimiento, El campo de los muertos, se escuchó con deleite la rotundidad canora de la treintañera mezzosoprano moscovita Alisa Kolosova, con un dominio ejemplar del registro central, emitiendo siempre en amplitud sonora y con una administración perfecta del fiato para su breve, pero significativa, intervención. Manuel Cabrera
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