Verdi de carnaval
Temporada de ABAO
Verdi de carnaval
“Un baile de máscaras” de Verdi. S.Licitra, M.Carosi, D.Jenis, A.Marianelli, E.Zaremba. Coro de Ópera de Bilbao y Orquesta Sinfónica de Euskadi. J.Franconi Lee, dirección de escena. R.Palumbo, dirección musical. Palacio Euskalduna. Bilbao, 17 de febrero.
Hay puestas en escena que, siendo más o menos fieles al libreto, resultan eficaces sin ofrecer nada especial, porque presentan las óperas de forma inteligible y dejan cantar a los artistas. Muchas de ellas tienen el problema de precisar grandes voces para ocultar su nadería conceptual. La original del San Carlo de Nápoles, presentada ahora en Bilbao, no llega a caer en este apartado si bien lo roza. Decorados monumentales, algún que otro absurdo como los soldados descalzos y algún cuadro de esos que provocan el aplauso espontáneo del público como la escena final del baile.
ABAO reunió un reparto mezcla de figuras consagradas, como Salvatore Licitra o Elena Zaremba, y emergentes como Micaela Carosi o Dalibor Jenis. El problema es que hoy resulta muy difícil cantar Verdi. Lo mejor de la velada fue la Ulrica de Zaremba, a la que pocos peros se la pudieron poner. Sus graves e intensidad convencieron a todos. En el extremo opuesto estuvo Salvatore Licitra, un tenor habitual en la Scala o el Metropolitan que siempre tuvo problemas de afinación. Ahora quizá se hayan agravado y su “Si me es fuerza perderte” adoleció de notas calantes por doquier, resultando un sufrimiento para el oído. A su favor posee la valentía, algo que se agradece pero no como para compensar tanto el defecto apuntado como la falta de elegancia, aspecto que lo es todo en el papel. Dalibor Jenis resultó un barítono excesivamente lírico para el oscuro Renato. Su repertorio es todavía otro. Micaela Carosi, un día premio Viñas, acababa de convencer como Magdalena en el “Andrea Chenier” parisino y volvió a demostrar que se puede contar con ella en el futuro. Cantó con línea y calor el “Morró, ma prima in grazia” y luchó por dejarse oír en el gran aria del acto II. Alessandra Marianelli ya abordó en el Real el personaje del paje y tiene lo que hay que tener para Oscar, fundamentalmente facilidad en las coloraturas. A ello añadió una voz capaz de traspasar el foso, lo que no suele ser tan habitual en la cuerda de las ligeras y resultaba difícil en esta ocasión, dado el excesivo volumen que desplegó Renato Palumbo. Fue defecto aislado en una dirección con conocimiento de la partitura y en todo momento vibrante. Gonzalo Alonso
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